La tercera victoria consecutiva, obtenida con una remontada, acomodó ayer al Bayern Múnich en la parte alta de la Liga de Campeones entre los ocho primeros, con la condición de aspirante de su lado que le acompaña cada inicio de temporada en cada competición.
El conjunto de Vincent Kompany ha resuelto con contundencia los traspiés consecutivos sufridos contra el Aston Villa y el Barcelona que pusieron en cuestión su situación continental. Después de aquello ha salido reforzado por los triunfos seguidos contra el Benfica, el París Saint-Germain y ahora ante el Shakhtar. Un compromiso aparentemente trampa. Alentador por jugarse en Alemania, en Gelsenkirchen, por la guerra en Ucrania, pero al antojo del momento de su rival.
Y es que la anarquía del Shakhtar sobre el campo puede provocar cualquier cosa. Complicar cualquier situación y partido. Y a pesar de los malos resultados, las cuentas le salían al conjunto de Marino Pusic que, con otros tres puntos, se hubiera instalado entre los veinticuatro que progresan en el torneo.