Las potencias occidentales “juegan con fuego” con la reciente luz verde de Estados Unidos para futuras entregas a Ucrania de aviones de combate F-16, amenazó ayer el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov.
“Es jugar con fuego. No cabe ninguna duda”, declaró Lavrov en una entrevista en la televisión rusa, un extracto de la cual fue difundido en las redes sociales del periodista que lo interrogó. Y agregó: “Es una escalada inaceptable llevada a cabo por Washington, Londres y sus satélites dentro de la UE (Unión Europea) que quieren debilitar a Rusia”.
Según él, a través del suministro de armamento moderno a Kiev, los occidentales quieren “infligir (a Moscú) una derrota estratégica” y “desmembrar” Rusia, una retórica utilizada regularmente por los dirigentes rusos.
Los aliados de Kiev se habían negado durante más de un año a suministrar aviones de combate al ejército ucraniano por temor a una escalada del conflicto, pero Estados Unidos finalmente autorizó el 19 de mayo la entrega de estos F-S16 que Kiev reclamaba incansablemente.
Esto representa un punto de inflexión importante en el apoyo occidental a Ucrania, cuyo presidente, Volodímir Zelensky, calificó la decisión de “histórica”.
Ucrania deseaba disponer de estos aviones occidentales para contrarrestar la potencia aérea rusa, en momentos en que Kiev dice estar terminando los preparativos de una contraofensiva.
Según el presidente estadounidense Joe Biden, Zelensky “le aseguró categóricamente” que estos aviones de combate no atacarían el territorio ruso, condición para que las potencias occidentales envíen de equipos a Ucrania.
Este país además cuenta con el apoyo total de Polonia y Eslovaquia, que enviaron sus cazas MiG-29 de fabricación soviética.
Las amenazas rusas son continuas desde que Putin lanzó su invasión el 24 de febrero de 2022. Días atrás, de hecho, quién anunció que desplegará armas nucleares en Bielorrusia profundizando el uso indiscriminado del territorio de la antigua república soviética gobernada por su aliado, el dictador Lukashenko. La maniobra pondrá aún más en peligro la seguridad de Ucrania y toda Europa.
La de ayer, en boca de Lavrov se suma a muchas otras vociferadas por otros funcionarios cercanes y leales al jefe del Kremlin. El vocero preferido suele ser el ex presidente y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvedev, quien, por ejemplo, declaró semanas atrás que era “completamente imaginable” un ataque de precisión con un misil ruso contra la sede la Corte Penal Internacional (CPI).
La amenaza contra el Tribunal de La Haya llegó luego de que la corte ordenara el arresto del propio Putin por el secuestro de miles de niños ucranianos.
Además de a Putin, la corte de La Haya señaló también como prófuga a la principal responsable de los derechos de la infancia en Rusia, Maria Lvova-Belova, en ambos casos como sospechosos de la deportación forzada de niños ucranianos en zonas ocupadas del este del país.
“Ucrania puede desaparecer del mapa mundial”, es la frase que más repite Medvedev cuando quiere imponer la narrativa rusa en los medios locales e internacionales. (Infobae/Afp).