En la cárcel de San Pedro de La Paz esas condiciones se observan principalmente en las zonas de castigo denominadas Muralla y Cocina y en las aulas donde conviven los internos llamados sin sección.
“Cualquier ser humano por muy normal que sea mentalmente, pero que llega a unas condiciones penitenciarias muy malas; es decir, muy malas desde el punto de vista nutricional o alimentario, muy malas desde el punto de vista de condiciones, por ejemplo, para dormir, no se puede dormir de manera normal en un lugar cualquiera, en un lugar sin baño, donde no tengan donde miccionar en la noche por cualquier razón, estamos hablando de condiciones, no solamente de precariedad, estamos hablando de situaciones que pueden llevar a un sujeto a un trastorno mental”, dijo el psiquiatra Málaga a ANF.
Según las denuncias recibidas por los privados de libertad y sus familias, los internos en Muralla son confinados en celdas húmedas y sin luz —de dos por dos metros— en las que son depositados hasta 15 internos que pasan hasta 90 días sentados.
No les permiten ni salir a caminar ni ir al baño. En estas celdas todos están entremezclados, entre sentenciados y preventivos, de diferentes delitos, entre consumidores y no consumidores de droga.
Similar situación ocurre en el Auditorio 1 de sin sección, un salón mediano en el que duermen más de 200 privados de libertad que no tienen acceso al baño desde las 21.00 hasta las 06.00 y deben hacer sus necesidades en botellas y bolsas. Lugar donde además se consume droga de día y de noche.
Una parte de los internos que llega ahí es por falta de dinero para pagarse una celda. Otros llegaron siendo consumidores y otros se hicieron consumidores ahí.
El especialista remarcó que cualquier sujeto que sea sometido a las peores condiciones va a tener lo que en psiquiatría se denomina, trastornos por trauma y estrés, o sea, “una cantidad importante de trastornos que uno puede tener independientemente de si está bien o mal antes mentalmente, y que eso puede hacer que el sujeto cambie radicalmente su vida”.
Someter a los internos a esas condiciones tan adversas, cuando según el Gobierno los quiere rehabilitar, solo va a tener el efecto contrario. El experto explicó que las condiciones del entorno tienen efectos en el cerebro.
“El cerebro es así, si a uno lo ingresan en un lugar sin luz, sin ventana y frío, ya lo están enfermando mentalmente, si a esto se le agrega personas que están agrediéndolo, falta de una alimentación más o menos normal y consumo de sustancias, imagínense cómo va a quedar ese cerebro, entonces esto es una cosa mucho más profunda”, advirtió el psiquiatra.
En Muralla, Cocina y en el Auditorio los internos conviven en un ambiente violento con riesgo de peleas en todo momento por el consumo de drogas. Estos hechos son de conocimiento de Régimen Penitenciario y de los efectivos de seguridad a quienes denuncian los internos y las familias de ser los responsables de facilitar el negocio ilícito. Está tan naturalizada esa transacción que incluso en época electoral el Consejo de Delegados de San Pedro ofrece droga por votos.
“Lo que hace finalmente el consumo de cualquier sustancia es que el sujeto se comporte de manera completamente anormal; si el sujeto ya tenía una proclividad de anormalidad mental, va ser 10, 20, 50, 100 veces más anormal”, remarcó Málaga.
Y en relación al delito, dijo, el consumo va hacer que sean más proclives a cometer delitos, más impulsivos, más agresivos, más violentos.
“Y en las condiciones del sistema penitenciario, que sabemos no son las mejores, la misma droga consumida va a dar peores efectos en la conducta de un ser humano”.
Andrés Gautier, responsable del área socioterapéutica del Instituto de Terapia e Investigación (ITEI), advirtió que enviar a personas sanas mentalmente a estos lugares de castigo o de sin sección donde se vive en las “peores condiciones carcelarias” tiene un propósito. Dijo que en el caso del Auditorio 1, donde están los sin sección es decirles “como no pagas, jódete”.
“Es una forma punitiva, porque hay personas que se quebrantan en ese tipo de contextos”, indicó a ANF.
Pero el mensaje por no pagar es a todos. En San Pedro todo se tranza, hasta los actos de indisciplina. Antes de ingresar a los lugares de castigo, según las denuncias, los policías piden hasta 2.000 bolivianos para no enviarlos a Muralla: “Si pagas, se te suspende el castigo y el informe a tu juzgado”.
Un lugar muy hacinado, sin privacidad, sin poder ir al baño, con fuertes olores, sin atención médica, en medio de continuas peleas y consumo de drogas, es un lugar donde no se puede dormir, “es para quebrar a una persona sana, no es gratuito”.
Gautier señaló que es muy difícil rehabilitar en un ambiente así, “es casi imposible; hay excepciones con casos a los que de repente se puede ayudar, pero nada facilita la ayuda en un contexto así”.
Indicó que este ambiente puede quebrantar a una persona en el sentido de que corre peligro también de entrar en la droga para no sufrir esa situación, “donde está rodeado de miseria día a día, donde es tratado como basura de la sociedad”.
El especialista además identificó tratos crueles y degradantes a los internos al someterlos a estas condiciones.
Málaga indicó que, en términos sencillos, “no vamos a conseguir más nunca rehabilitación de un sujeto que hace un trastorno secundario, dos trastornos secundarios, tres trastornos secundarios mentales por el entorno, por el sistema mismo que no le permite una adaptación normal, entonces estamos hablando de cosas graves, pero si le agregamos factores estresores grandísimo y factores de trauma grandísimos, ya lo hemos terminado enfermando, hemos terminado de matarlo mentalmente a ese sujeto y rehabilitación no creo que haya nunca”. (ANF)