Los afortunados socios recibieron vehículos de alta gama y de reconocida marca en el mercado nacional, todos cero kilómetros. El acto fue más que un simple regalo; fue un espectáculo completo. Destacados grupos artísticos amenizaron la celebración.
Este gesto generoso no está exento de controversia. La “fiebre de oro” que vive Mapiri, impulsada por la explotación aurífera, ha convertido estos lujosos obsequios en algo inalcanzable para cientos de familias pobres de comunidades indígenas y áreas cercanas a los centros de extracción aurífera.
La observación saltó porque estos regalos no guardan relación con la regalía del 2.5% que la cooperativa sigue pagando al Estado, ni con los daños ambientales causados por la explotación a cielo abierto, que devora cerros y contamina las aguas de los ríos locales. (Erbol)