La situación de Haití continúa deteriorándose a un ritmo alarmante. La violencia de las pandillas alcanzó niveles insostenibles, poniendo en peligro no solo la vida de los civiles, sino también la capacidad de los medios de comunicación para informar sobre los horrores que se viven en el país.
En un trágico suceso ocurrido entre el 9 de diciembre, una banda armada asesinó al menos a 184 personas en el barrio de Wharf Jérémie, en la zona de Cité Soleil, una de las más afectadas por la violencia.
La prensa internacional se encuentra bloqueada, incapaz de ingresar al país y ofrecer una cobertura adecuada de la crisis humanitaria que afecta a más de 4,5 millones de haitianos.
La violencia en Haití escaló rápidamente desde el asesinato del presidente, Jovenel Moïse en 2021, sumiendo al país en una espiral de caos, inseguridad y pobreza extrema.
En este contexto, las bandas armadas tomaron el control de gran parte del territorio, incluyendo barrios como Cité Soleil, donde las familias viven bajo el constante temor de ser víctimas de asesinatos, secuestros y otras formas de violencia brutal.
El ataque del 9 de diciembre, que dejó al menos 184 muertos, incluidos 127 hombres y mujeres de la tercera edad, fue uno de los más sangrientos de los últimos meses, poniendo de manifiesto la incapacidad del gobierno de Haití para controlar la situación.
PRENSA NO INGRESA EN HAITÍ
Mientras las bandas armadas continúan su reinado de terror, los periodistas haitianos y extranjeros enfrentan un peligro cada vez mayor.
La prensa, esencial para documentar la crisis y movilizar la acción internacional, se ve ahora bloqueada por la violencia y las amenazas de las pandillas.
Desde 2021, los periodistas en Haití fueron víctimas de ataques, secuestros y asesinatos con total impunidad, lo que llevó a muchos a exiliarse en busca de seguridad.
La falta de cobertura informativa sobre la situación en Haití agrava aún más la crisis humanitaria y dificulta la intervención internacional.
Los pocos medios locales que siguen operando se enfrentan a la autocensura, ya que las bandas armadas controlan muchas áreas del país, incluido el acceso a los medios de comunicación.
La radio es el medio más común, pero muchos de los canales privados operan bajo una gran presión, temerosos de represalias si abordan temas delicados.
La violencia dirigida hacia los periodistas, junto con la falta de recursos económicos y apoyo institucional, convirtió a Haití en uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo en la región.
AUTORIDADES HAITIANAS
La comunidad internacional expresó su indignación ante la creciente violencia en Haití. El Secretario General de la ONU condenó enérgicamente la masacre e instó a las autoridades haitianas a realizar una investigación exhaustiva para llevar a los responsables ante la justicia.
Además, ha hecho un llamado urgente a los Estados miembros de la ONU para que proporcionen apoyo financiero y logístico a la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, que tiene como objetivo ayudar a la Policía Nacional de Haití en la lucha contra las bandas armadas.(El Caribe)