El presidente de Argentina, Javier Milei, cumple hoy un año al frente del país sudamericano, uno de los grandes países de la región pero sumido en una profunda crisis económica sobre la que el «liberal libertario», como el propio Milei se definió, supo cimentar su candidatura y sumar adeptos entre una población desencantada con la vieja política kirchnerista.
Ahora, cuando se cumple un año de su entrada en la Casa Rosada, Milei puede presumir de haber logrado una disminución histórica de la inflación. A excepción de los meses de invierno argentino, las políticas de Milei sirvieron para que la inflación haya caído muy notablemente en el último año, dejando atrás los porcentajes de hasta dos dígitos que se registraban a comienzos de año.
Con esto, Milei ve cumplida una de sus principales promesas de campaña: la de acabar con la recesión económica provocada por las políticas de su predecesor, Alberto Fernández, y el resto de presidentes argentinos, especialmente aquellos de ideologías progresistas, a los que se refiere de forma despectiva como «zurdos».
Otra de los pilares sobre las que se cimentó la campaña de Milei fue la reducción del gasto público, la conocida como “política de motosierra”, en alusión a esta herramienta que el propio presidente llegó a blandir en sus actos de campaña como un símbolo del fin del derroche y como advertencia de «un ajuste fiscal sin precedentes en la historia de la humanidad».
Así pues, poco después de tomar posesión del cargo, el presidente argentino redujo los ministerios y secretarías de Gobierno, el funcionariado, los subsidios a energía y transporte, la financiación provincial, suspendió las obras públicas por un plazo de un año y la publicidad estatal en medios de comunicación. Estas remaron en favor de reducir la inflación a costa de la producción industrial o el aumento del paro, entre otras.
Sin embargo, desde el Gobierno de Milei defendieron en todo momento esta maniobra e incluso subrayaron que ya conocían las repercusiones que tendrían. El ministro de Economía, Luis Caputo, vaticinó un desplome de la economía para, una vez haya tocado fondo, hacer un «fuerte rebote». Para Milei, la clave del saneamiento de las cuentas parte de la base de abandonar el peso como moneda y dolarizar la economía, equiparando el mercado al estadounidense.
Entre otras medidas también destaca la prórroga de los presupuestos generales, aprobando las mismas partidas económicas de 2023 para el año 2024 a pesar de que de uno a otro la inflación fue del 300 por ciento. Esto se ve plasmado en el sistema universitario, donde algunos de los principales centros del país, como la Universidad de Buenos Aires, declaró la «emergencia presupuestaria» por falta de financiación.
CRISIS CON PAÍSES AMIGOS
La llegada de Milei a la Presidencia de Argentina fue recibida con desaprobación por algunos países, especialmente entre sus vecinos regionales. Es el caso de Colombia, Chile o Brasil, entre otros. Con todos estos el mandatario protagonizó diferentes enfrentamientos a lo largo de este año, pero también con otros países hispanohablantes, como México o España.
En el caso español la crisis se desató después de que el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, deslizase que Milei «ingería sustancias» y el posterior ataque del presidente argentino a Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la que acusó de «corrupta». Las tensiones escalaron hasta la retirada del embajadora española de Buenos Aires, pero finalmente en agosto las aguas volvieron a su cauce.
La crisis diplomática con Colombia estalló después de que Milei acusara a su homólogo colombiano, Gustavo Petro, de ser un «comunista asesino», recordando su militancia en el Movimiento 19 de abril, un grupo guerrillero de corte antifascitas, bolivariano y socialista que operó en el país entre 1974 y 1990. Bogotá llamó a consultas a su embajador en Buenos Aires y expulsó a varios diplomáticos argentinos antes de que las partes se reconciliaran tras acercar posturas y recordar sus históricas «relaciones de fraternidad».
Otro de los conflictos diplomáticos protagonizados con Milei es el que involucra a México y su presidente, Andrés Manuel López Obrador. El líder mexicano tachó de «facho conservador» a Milei, que rápidamente reaccionó llamando «ignorante» al mandatario mexicano, quien respondió de vuelta poniendo en duda «cómo los argentinos votaron a alguien que no está exacto» y que «desprecia al pueblo».
El caso brasileño se remonta a la toma de posesión de Milei, a la que no acudió el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, después de que haber sido tachado de «corrupto», «ladrón» o «zurdo salvaje» por su parte argentino. En abril, Milei intentó acercar posturas con una misiva dirigida a Lula pero que el presidente brasileño afirmó no haber leído por falta de tiempo.
Respecto a Venezuela, las tensas relaciones con Nicolás Maduro terminaron por romperse tras las elecciones presidenciales de finales de julio, donde el chavismo reivindicó su victoria mientras la oposición denunciaba fraude. Buenos Aires fue uno de los primeros países en respaldar a la oposición y su candidato, Edmundo González, ante lo que Caracas respondió cortando relaciones. Actualmente, varios opositores venezolanos se refugian en el edificio de la embajada argentina en Caracas, que está sufriendo cortes de agua y luz.
MELONI, SOCIA EN EUROPA
Sin embargo, y a pesar de sus tensas relaciones con varios líderes internacionales y su rechazo al multilateralismo, Milei ha sabido buscarse otros aliados, no solo políticos, sino también a nivel empresarial. Desde su llegada a la Casa Rosada, el mandatario incluyó en su agenda reuniones con algunos de los empresarios más importantes del mundo, y en cada viaje al extranjero hace lo propio con los principales empresarios de cada país.
En el ámbito político, Milei no escondió nunca su admiración por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de quien incluso llegó a emular su eslogan “Hacer Argentina grande otra vez”. En Europa, si una figura destaca por encima del resto es la de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, con quien se reunió en varias ocasiones en Italia, Argentina y otros países donde coincidieron.
En uno de sus últimos encuentros en Buenos Aires, ambos líderes abogaron por impulsar una «alianza de naciones libres en contra de la tiranía y la miseria» en un momento en que «Occidente está bajo un manto de tinieblas», incidieron en sus «objetivos comunes» y se respaldaron mutuamente a la hora de hacer frente a la «miseria profunda» heredada en Argentina y «al problema de la inmigración descontrolada» en Italia.
Respecto a su oposición al multilateralismo destaca no solo su discurso durante la Asamblea General de Naciones Unidas el pasado mes de septiembre, donde aseguró la que ONU estaba integrada por «burócratas internacionales» que impulsan una «agenda de corte socialista»; sino también su rechazo inicial a adherirse a la Alianza Global contra el Hambre, impulsada por Lula durante la cumbre del G20 en Brasil.
Milei se adentra en este contexto en su segundo año de mandato, donde deberá hacer cumplir su promesa de un repunte de la economía mientras sus contundentes posturas siguen sumándole críticos y adeptos en todo el mundo. En el apartado nacional, Milei se enfrenta en octubre a unas elecciones legislativas que medirán el puso a su partido La Libertad Avanza, mientras termina de resolver las tensiones con su vicepresidenta, Victoria Villarruel, a la que recientemente desautorizó.(EP)