Los efectivos policiales Romer G. A. C. y Christian M. R. R. fueron imputados por la presunta comisión del delito lesiones graves y leves coacción, vejaciones y torturas cometidas contra Juan Bascopé, único acusado por el caso Apolo de 2013.
“Se imputa formalmente a Romer G. A. C. y Christian M. R. R. por la presunta comisión del delito lesiones graves y leves coacción y vejaciones y torturas previsto en el artículo 271, 294 y 295 del Código Penal, requiriendo a su autoridad se digne a fijar fecha, día y hora de audiencia pública a los efectos de definir la situación jurídica de los imputados”, se lee en parte de la resolución de la imputación formal de fecha 4 de noviembre de 2021, a la que EL DIARIO tuvo acceso.
El 17 de julio de 2014 un grupo de policías vestidos de civil detuvo en la localidad de Mapiri (La Paz) a Bascopé, mientras compraba semillas para sus cultivos. Lo buscaban por la muerte de dos militares, un policía y un médico en un operativo de erradicación de cultivos de coca en el municipio de Apolo en 2013.
Tras su aprehensión, Bascopé aseguró que fue cruelmente torturado durante tres días por efectivos militares y policiales para que se incrimine. Terminó con tres costillas rotas y hombros fracturados, además de un severo hematoma en la cabeza. Hasta la fecha presenta serias secuelas de la agresión.
“De los antecedentes incursos dentro del presente proceso penal se tiene que Juan Bascopé Cari, en fecha 17 de julio de 2014 fue detenido por funcionarios policiales pertenecientes al escuadrón “Diablos Rojos”, de la división de Inteligencia de la Policía Nacional, quiénes emplearon la fuerza física desproporcionada sobre la humanidad de Juan Bascopé Cari, causándole tres fracturas de costilla y hematomas en toda su humanidad, agresión física que continuo desde la localidad de Apolo hasta la comunidad de Miraflores y lo amenazaron para que confiese sobre la tenencia de armas y cuando realizaban el viaje aéreo, los funcionarios policiales lo amenazaron con arrojarlo del helicóptero si no decía quiénes eran las personas que tenían las armas identificando Juan Bascopé Cari al Sbtte Mauricio R. y al Sbtte Romer A., y al policía Andrés N. N., como autores del hecho, torturas y tratos crueles que sufrió todo el día del 17 de julio de 2014, y por los consiguientes tres días, posteriormente el mismo fue detenido preventivamente en el centro penitenciario de San Pedro de la ciudad de La Paz como consecuencia del proceso penal que se le sigue en su contra (…) (sic)”, se lee en la relación fáctica de los hechos de la resolución.
Entre las pruebas que ofrece el Ministerio Público para imputar a los efectivos policiales están certificados médicos, un informe del ITEI (Instituto contra la Tortura) además de la declaración de un testigo que también fue víctima de torturas, entro otros.
“Esa noche le han traído a Juan Bascopé hasta la puerta de mi casa aproximadamente a horas dos a tres de la madrugada, abro la puerta e inmediatamente me jalan de mi mano, sin decirme nada me meten a una vagoneta ahí es cuando me empezaron a golpear casi seis encapuchados entre policías y militares, me decían que me iban a votar al barranco si no les digo que Juan Bascopé es el culpable, después nos dirigimos a la comunidad de Miraflores (…), cuando lo vi a Juan Bascopé estaba su cara, su boca y su nariz sangrando y él estaba temblando, se sentó a mis piernas volvimos al pueblo de Apolo, en todo el camino había patadas y puñetazos, golpes con sus escopetas amenazándonos con matarnos a los dos, desde Apolo hasta la ciudad de El Alto me golpearon y me amenazaron (sic)”, se lee en parte del relato del testigo.
BASCOPÉ
Hace más de siete años, Juan Bascopé vive cada día con sufrimiento, su cuerpo es consumido por las secuelas de la tortura ya que tiene dolores intensos en hombros, ombligo, cabeza y muñecas.
Está recluido de manera preventiva en el penal de San Pedro de La Paz, acusado de ser el autor material de cuatro muertes –efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) en un operativo de erradicación de coca en Apolo-. La Fiscalía no presentó suficientes evidencias en el caso. Junto a él otros comunarios fueron aprehendidos, pero todos salieron libres.
Bascopé lamenta que el Ministerio de Gobierno, dirigido por Carlos Romero en 2014, junto al Ministerio Público, lo haya acusado sin pruebas destrozando así su vida y la de su familia.
“Creo que soporté todo, absolutamente todo y al mismo tiempo pienso que un día obtendré una reivindicación por parte de mi país, que en algún momento abusó de mi con todas sus fuerzas”, dice Bascopé en una carta escrita desde su celda en San Pedro, el año pasado.
El Instituto contra la Tortura y expertos internacionales certificaron las secuelas de los tratos inhumanos que recibió Bascopé, pese a ello la denuncia fue rechazada en primera instancia.
Según los informes generados por las organizaciones de Derechos Humanos, a través del ejercicio maligno del poder, la tortura es la manera más brutal de someter la integridad física y mental de una persona, es instalar en su interior la marca indeleble de un daño permanente, es despojar a un ser humano de su dignidad y confianza en el otro, es buscar quebrarlo y dejarlo intencionalmente como un fantasma.
Bascopé se sometió a muchos exámenes médicos con recursos propios y la colaboración de algunas instituciones que no llegaron a un tratamiento efectivo por el abultado presupuesto que significaba costear los medicamentos. Hasta la fecha se sometió a varias intervenciones quirúrgicas, tres de ellas al ojo derecho para que le extraigan un tumor formado por los golpes que le asestaron sus agresores.
LA RUTA DEL DOLOR
Tras su detención el jueves 17 de julio de 2014, Bascopé fue llevado a las oficinas del CEIP (Centro Especial de Investigación Policial) ubicada en la zona de Alto Seguencoma de la ciudad de La Paz. Unos 25 efectivos con ropa de camuflaje arremetieron contra él. Bascopé reconoce a algunos de sus captores y torturadores, entre ellos fiscales y autoridades de gobierno que consintieron el daño brutal al que fue sometido.
“Me golpearon brutalmente y me dejaron inconsciente”, recuerda Bascopé. La primera golpiza la recibió temprano por la mañana de ese 17 de julio. Horas después vendrían las más crueles.
“Aparecí sentado en el sillón de una oficina escoltado por unos militares, estaba totalmente golpeado y ensangrentado, es ahí que el capitán (de policía) Andrés me hace firmar varias hojas en blanco”, refiere.
A eso de las 11:00 fue traslado al penal de San Pedro de La Paz, para ingresarlo, pero no fue posible. Mientras esperaba en la puerta, para calmar su dolor le dieron morfina. Fue llevado nuevamente al CEIP. En el camino, la tortura sicológica comenzó. “Me intimidaban diciéndome «tu mujer y tu hija están en (la cárcel de) Obrajes, están siendo violadas», eso me decían para que me auto incrimine”, relata.
A las 17:00 horas del mismo día, el capitán Andrés ingresó al ambiente del CEIP donde se encontraba recluido, le tapó la cara con una gorra y lo subió al gimnasio donde lo esperaba el policía Mauricio R.
“Me hizo arrodillar, me amarraron los pies y con una bolsa me taparon el rostro, trataron de matarme, ellos decían que el viceministro (Jorge Pérez) dio la orden de que me maten, volvieron a golpearme tanto que nuevamente quedé inconsciente”, recuerda. Cuando despertó, estaba custodiado por dos policías. Dice que aún recuerda las palabras de esos efectivos: “No te pueden tratar así, qué te han hecho”, y le invitaron una galleta. Bascopé no había comido ni tomado agua desde la mañana.
Ese mismo día, en horas de la noche, recuerda que llegaron hasta el CEIP los fiscales Luis Ferrufino Castellón, Gregorio Blanco y el investigador Mauricio R. R., para tomarle su declaración. Mauricio R. transcribió su declaración y luego ordenaron que fuera llevado a la terraza de la casa para “que muera de frio ese perro”.
“Yo supliqué para que no me lleven y me metieron a una celda, me esposaron en la catrera”, dice.
A las 4:00 horas del viernes llegaron al CEIP unos 80 militares, sacaron armas y municiones y lo llevaron al aeropuerto de la Fuerza Aérea, en El Alto. “Volvieron a amenazarme y amedrentarme, yo pregunté «a dónde me llevan», y dijeron: «vamos a ir a Apolo en un avión Hércules»”.
Sus captores le impusieron un supuesto abogado de nombre Reynaldo, del cual no recuerda el apellido. El investigador Mauricio R., policía, le hizo firmar papeles en blanco, para luego subirlo a un helicóptero donde estaban, según recuerda, el coronel Víctor Hugo L. C., un fiscal, el piloto y copiloto. En vuelo, por la cumbre, Bascopé fue víctima de amenazas de muerte por parte de Víctor Hugo L. C. El funcionario lo amenazó con lanzarlo desde el helicóptero en vuelo cuando se encontraban por la cumbre. La intención del policía se vio frustrada por el cambio repentino del clima. Una nube negra y densa impedía la visibilidad por lo que la aeronave tuvo que regresar a su base en El Alto.
Pese a estar temblando de dolor, relata Bascopé, y sin haber comido ni probado agua desde su aprehensión, fue subido a una vagoneta rumbo a Apolo. Llegaron a la 1:00 de la madrugada del sábado. Los policías conminaron a Bascopé a que los lleve donde su sobrino que vive en el barrio Caupolicán.
“El coronel Víctor Hugo L. C. y Mauricio R. apresaron a mi sobrino y lo subieron a la camioneta donde le iniciaron una golpiza que lo dejó inconsciente, lo golpearon y le hicieron desmayar”, señala.
Después se dirigieron a la localidad de Miraflores, lugar del enfrentamiento entre cocaleros y efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), hace ocho años, que dejó cuatro fallecidos. “Requisaron mi casa y no encontraron nada, ante ello el viceministro Pérez dice refiriéndose a mí: «mátenlo a este perro» y vuelven a golpearme hasta dejarme ensangrentado e inconsciente”.
Al volver rumbo a La Paz, a la altura de la tranca de Achacahi, a eso de las 21:00 horas del mismo sábado, recuerda que el viceministro de gobierno Jorge Pérez, pregunta: “¿Dónde está ese perro? bájenlo del auto, mátenlo y bótenlo”.
“Yo lo único que hice es ponerme a llorar, creí que me iban a matar, oré con todas mis fuerzas”, dice.
Luego lo cambian a otra vagoneta Land Crussier de color blanco, donde estaba el investigador Romel G. A. C. y Mauricio R. R., y en los otros asientos había efectivos de los Diablos Rojos de Cochabamba. “Me golpearon con un fierro diciéndome «tú has hecho matar a mis camaradas», ahí me rompen las costillas y me torturan desde la tranca de Achacachi hasta llegar a la Felcc de El Alto; ahí me ponen contra la pared, estaba parado con un solo pie, el capitán Andrés, Mauricio R. y el suboficial Nicolás me vuelven a pegar en presencia del fiscal Luis Ferrufino Castellón quien no decía nada”.
Juan Bascopé ingresó al penal de San Pedro el lunes 21 de julio de 2014 y desde entonces permanece ahí. Sus afecciones producto de las torturas no fueron tratadas a tiempo, incluso el médico del penal, Harold Reyes, se negó a revisarlo para no registrar las torturas. Solo trataron de paliar su dolor con calmantes y a los 10 meses de reclusión a tanta insistencia los médicos penitenciarios accedieron a hacerle una revisión, pero ya fue tarde.
Bascopé afronta graves secuelas de la tortura. Hoy tiene dolores crónicos en cabeza, pecho y hombros, así como en las muñecas de sus manos. Bascopé pide justicia. Hasta la fecha continúa su juicio y es el único recluido por el caso. Espera que algún día su país le devuelva todo lo que le quitó.
“Mis pérdidas son enormes, son cuantiosas, espero que algún momento pueda recuperarlas: recuperar mi dignidad, recuperar a mi familia, recuperar mi vida; a veces pienso que no lo lograré, pero cuando pienso en mi sufrimiento y en todo lo que viví, pienso que algún día el sol de la libertad brillará para mí”, reflexiona. (EL DIARIO y ANF)