De acuerdo con los artículos 163 y 161 del Código de Procedimiento Penal, una persona denunciada debe ser citada y notificada para prestar su declaración informativa, en caso de no ser encontrada se puede emitir la orden de aprehensión, empero en el caso de los ex jefes militares, procesados por el caso de supuesto golpe de Estado, se obviaron esos pasos y dieron inicio a “una cacería de brujas”, lamentaron abogados consultados por EL DIARIO.
“Mis defendidos (almirante Gonzalo Jarjuri y el general Jorge Terceros) se sientes indignado por todo el trámite que se está realizando, porque no existe ningún fundamento válido y legal para que procedan a la aprehensión, parecería que estamos ingresando a una cacería de brujas, en este caso de militares”, dijo el abogado Eusebio Vera.
Vera exhortó al Ministerio Público a cumplir la normativa, en términos legales una persona es aprehendida cuando se sabe que está preparándose para fugar y que no sea sometida a la investigación, o cuando no haya asistido a una citación.
“¿Cuál es la necesidad imperiosa de proceder a la aprehensión?, esta es una falta a la dignidad de militares de honor que han asumido responsabilidad en cierto momento, en favor del Estado, no son delincuentes para que procedan de esa forma, pareciera que se está haciendo un show mediático de todas esas situaciones”, apuntó.
En las últimas semanas al menos cinco ex jefes militares fueron aprehendidos por los casos denominados golpe de Estado, Sacaba y Senkata.
CRISIS SIN SALIDA
El abogado y exalcalde de La Paz Juan del Granado manifestó que el despliegue gubernamental, “autoritario y represivo”, con la “retórica” del golpe, la proliferación de juicios y detenciones ilegales como la de la expresidenta Jeanine Áñez, sigue siendo el núcleo discursivo del Gobierno que ignora que esa “temática” no le es prioritaria a la sociedad preocupada por la pandemia.
Manifestó que la mayoría de la gente está al margen de ese debate ahistórico de golpe o fraude, alentado incluso por una “oposición” que, al igual que el Gobierno, no repara en la dimensión estructural de la crisis que estalló a fines de 2019 y de la que no atinamos a salir.
“La propuesta estatal del MAS inaugurada el 2006, al cabo de una década, mostró sus fisuras y vaciamientos. El autoritarismo, la corrupción, el despilfarro y el extractivismo habían fracturado la posibilidad de una construcción estatal distinta, de institucionalidad, de ética, desarrollo productivo y de plurinacionalidad”, explicó.
Asimismo, dijo que después de una década, pese a los avances, una buena parte de la población percibía que no se habían enfrentado bien los grandes problemas del país y que, por lo mismo, no se había mejorado visiblemente la vida cotidiana.
“Por ello la mayoría absoluta votamos por un cambio de gobierno en febrero de 2016, cuando nos consultaron sobre la intención prorroguista de los gobernantes. Les dijimos que no a (Evo) Morales y a (Álvaro García) Linera; que debían irse, que necesitábamos un relevo gubernamental que abra nuevas perspectivas. Los prorroguistas no asumieron el mensaje mayoritario; con las triquiñuelas delictivas del Tribunal Constitucional desconocieron el voto popular y fracturaron la Constitución. Así llegamos a las elecciones de octubre de 2019, ya no solo con la frustración de un proceso malogrado sino con el repudio generalizado al prorroguismo contra el que votamos”, apuntó.
En esa línea, dijo que nunca sabremos el resultado exacto de las elecciones anuladas, pero no hay duda que el “prorroguismo” fracasó.
“NO HUBO GOLPE”
“Ellos no lo habían previsto y por eso se atropellaron con torpeza después de las 8 de la noche del 20 de octubre y acudieron desesperadamente al fraude. La soportabilidad social había sido rebasada, y vinieron la sublevación ciudadana, la renuncia, la fuga y el recambio, también apresurados”, recordó.
En ese marco, aseguró que no hubo golpe, “la caída, el derrumbe masista no requería de ninguna acción de fuerza cuartelaria. Se cayeron porque embarrancaron su proceso de cambio, y porque, extraviado su libreto estratégico, se redujeron a un pequeño proyecto prorroguista de poder”, apuntó.
Por otro lado, dijo que el fraude fue el recurso desesperado de último momento.
“No ha sido la manipulación de los sistemas informáticos electorales la causa de la debacle opositora. No había propuesta ni organización política alternativas, y después de casi 12 meses de transición corrupta y abusiva, sin gran entusiasmo la población volvió a votar mayoritariamente por los malos conocidos antes que por los buenos que, retratados en (Arturo) Murillo, resultaban iguales o peores”, lamentó.