Joe ya no le teme a la muerte. De hecho, la última vez que le sucedió más bien disfrutó del viaje. Primero fue lanzado hacia la oscuridad, luego vino una luz brillante, un campo de flores y un hombre vestido de blanco que le contó cosas de su futuro. Más tarde, los doctores le informaron que durante cuarenta y cuatro segundos su pulso se había interrumpido.
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