El tercer obispo expulsado luego de Rolando Álvarez e Isidoro Mora, quienes estuvieron encarcelados y fueron acogidos en Roma.
El gobierno de Estados Unidos se declaró ayer preocupado por el “exilio forzado” del obispo nicaragüense Carlos Herrera.
“Preocupado por el exilio forzado del obispo Herrera, Presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, por parte de las autoridades nicaragüenses. La mitad de los obispos de Nicaragua no puede regresar a casa. Los flagrantes ataques de Ortega y Murillo contra el clero católico no debilitaran la fe de su pueblo”, escribió ayer Brian Nichols, subsecretario de Estado estadounidense para Asuntos del Hemisferio Occidental, en su cuenta de la red social X.
Monseñor Carlos Herrera, de la diócesis de Jinotega (norte de Nicaragua), fue obligado por agentes del régimen sandinista a subirse a un vuelo comercial a Guatemala el miércoles en la noche. Es el tercer obispo expulsado del país tras Rolando Álvarez, de Matagalpa (norte), e Isidoro Mora, de Siuna (noreste), quienes estuvieron encarcelados y fueron acogidos en Roma.
La ONG Colectivo Nicaragua Nunca Más, integrada en su mayoría por activistas nicaragüenses exiliados y con sede en San José, también repudió el destierro de Herrera, “un acto de represión que no solo afecta a un líder religioso, sino que simboliza la creciente e imparable persecución y represión que enfrenta la Iglesia Católica en nuestro país”.
La organización sostuvo que el destierro o traslado forzoso, debido a la sistematicidad con que se cometió en Nicaragua, debe ser considerado como un crimen de lesa humanidad y es “un acto que debe ser denunciado y condenado por la comunidad internacional”.
El obispo de 75 años fue expulsado de Nicaragua y enviado a Guatemala después de denunciar en una misa un sacrilegio del alcalde sandinista del municipio de Jinotega, Leónidas Centeno, según denunciaron el sacerdote nicaragüense exiliado Erick Díaz y la investigadora exiliada Martha Patricia Molina, autora del estudio “Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?”.
De acuerdo con los denunciantes, autoridades del régimen de Daniel Ortega obligaron al obispo Herrera ir al aeropuerto internacional de Managua, y de allí “lo desterraron a Guatemala el 13 de noviembre”, donde fue recibido en la Casa Provincial de los Frailes Franciscanos, la orden religiosa a la cual pertenece.
“La expulsión del obispo Herrera ocurrió días después que este calificara como sacrílego que la dictadura, a través del alcalde, Leónidas Centeno, colocara parlantes con música a alto volumen frente a la catedral San Juan Bautista durante la eucaristía del 10 de noviembre”, anotó el Colectivo. “Usualmente los represores de la dictadura ponen música a alto volumen cerca de las iglesias para boicotear las misas. Luego la dictadura cerró la página de Facebook de la Diócesis de Jinotega”, afirmó.
EXPULSARON A 200
RELIGIOSOS
Esa ONG señaló que desde 2018 fueron testigos “de una injusticia sistemática de la dictadura de Nicaragua representada por Daniel Ortega y Rosario Murillo, que llevó al destierro y exilio de más de 200 personas religiosas, entre ellas, 35 sacerdotes que fueron desnacionalizados, y a la cancelación de más de 1.262 organizaciones religiosas”.
“Este rumbo hacia la intolerancia se manifestó también con 65 religiosos acusados judicialmente por cargos infundados, todo con el objetivo de silenciar voces que abogan por la paz, la justicia, la democracia y la defensa de los derechos humanos en Nicaragua”, destacó.
Además, recordó, que entre 2018 y 2024 “se perpetraron más de 870 ataques contra la Iglesia Católica entre ellos incendios como el que grupos progubernamentales hicieron contra la imagen de la Sangre de Cristo, en la Catedral de Managua en julio de 2020”.
Las relaciones del régimen de Ortega y la Iglesia Católica viven momentos de gran tensión, caracterizadas por la expulsión, encarcelamiento y desnacionalizados de obispos y de sacerdotes, la prohibición de actividades religiosas y la suspensión de sus relaciones diplomáticas. (Infobae)