El estudio señala que “los niveles de polarización política y la región de residencia son los factores que más correlacionan con afecciones de salud mental. La polarización política, literalmente, está enfermando a Bolivia”.
Un reciente estudio del proyecto “Unámonos” mostró que los sectores de la población boliviana con posturas políticas más radicales presentan mayores afectaciones a su salud mental, concluyendo que, aunque hay diferencias que parecen no ser tan marcadas como se cree, su radicalización hacia lo político están enfermando a la población y llevándola a una polarización crónica.
La Segunda Encuesta Nacional de Polarización 2024, propulsado por la Cancillería de Alemania, la fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES) y la Konrad Adenauer Stiftung (KAS), concluye que “los niveles de polarización política y la región de residencia son los factores que más correlacionan con afecciones de salud mental”, lo que sugiere que la polarización política, literalmente, está enfermando a Bolivia.
Asimismo, Unámonos reveló que la percepción de la situación del país varía dependiendo en qué departamento se vive, “siendo Cochabamba y Chuquisaca los departamentos más pesimistas y Oruro y Pando los más optimistas”, lo que refleja “un país con ciudadanos viviendo en realidades paralelas”.
Mientras la percepción pesimista se concentra en Cochabamba y Chuquisaca, los departamentos de Oruro, Pando, Beni y Tarija están en el lado opuesto, con menor percepción de polarización y mayor expectativa de superar los problemas. Le siguen Potosí, Santa Cruz y La Paz, con mayor sensación de polarización, pero manteniéndose optimistas.
Por otra parte, el estudio señala que la creencia de que las personas de clase alta son racistas ha crecido en un 5% entre 2022 y 2023, llegando a un 52,7%. Asimismo, la creencia de que los indígenas guardan resentimiento contra personas no indígenas creció un 7% entre 2022 y 2023, con un 44,3%.
No obstante, el estudio encontró una disminución de la población polarizada. En 2022, Bolivia tenía un 70% de su población polarizada y un 30% no polarizado. El año pasado, se registró un 64% de gente polarizada y un 36% de población no polarizada.
Además, en cuanto a polarización afectiva, se encontró que el enojo que produce la idea de tener que incluir a quienes piensan distinto en democracia “cayó significativamente” en un 20% entre 2022 y 2023, hasta un 51,3%.
ESCUCHAR VOCES
DISIDENTES
Según el estudio, los bolivianos no piensan tan distinto como se cree, ni son tan distintos entre sí. Sin embargo, como “las peleas políticas son constantes y las identidades políticas son fuertes y estables”, Unámonos sugiere que las supuestas fricciones entre ciudadanos se dan por una falsa percepción de que “somos diferentes”, pero que en realidad es porque “no nos conocemos bien”.
Por ello, expertos resaltaron la importancia del diálogo entre voces disidentes dentro de un país que pregona defender la democracia.
“La única manera de tomar una decisión consciente que garantice la calidad de vida es una decisión informada, y no a medias, con información de todas las direcciones. En coyunturas tan polarizadas como la nuestra, es importante escuchar versiones, puntos de vista y argumentos del otro para tomar una decisión consciente y no decidir como en un rebaño de ovejas”, señaló la editora en jefe de Bolivia Verifica, Patricia Cusicanqui Hanssen, en declaraciones a EL DIARIO.
La comunicadora resaltó otro dato: cerca de un 70% de personas apoya al oficialismo o a la oposición, mientras que un 30% de los encuestados no se identifica con ninguna posición política. En su criterio, esto es una “buena noticia” porque muestra que “la gente en Bolivia no piensa en blanco y negro y no se termina de convencer” con las alianzas políticas vigentes.