En el suelo de un bosque húmedo de la Costa de Marfil, 500 hormigas marchan en formación de columna dos o cuatro veces al día para cazar termitas. A menudo, uno de los soldados pierde alguna extremidad en las grandes mandíbulas de su presa y se queda por el camino, pero sus compañeras vuelven y las llevan de vuelta al nido, para que puedan recuperarse.
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