Álvaro Riveros Tejada
Quienes abrigamos y añoramos la República heredada de nuestros héroes libertadores, lamentamos su desaparición desde hace dos décadas, y vemos con preocupación y angustia el incierto destino al que nos viene conduciendo este “movimiento al socialismo”, cuyos perpetradores como: Fidel Castro, Hugo Chávez Frías y Néstor Kirchner ya murieron y otros, que habiendo dejado a su paso una estela de luto, latrocinio y desesperación, como el paraguayo Fernando Lugo; Evo Morales o Rafael Correa, huyeron o simplemente se pasean cínicamente orondos frente a sus despojos.
La historia no queda allí, pues muchos de ellos intentan todavía su vuelta al poder, sobre la base de algunos vestigios partidarios que dejaron a su paso. Empero, como la razón de su presencia fue una organización internacional delictiva, que se camufló bajo varios nombres, como: Foro de Sao Paulo, Socialismo del Siglo XXI, Foro de Puebla etc., que hizo del poder un verdadero instrumento de corrupción y saqueo, del mismo modo fueron perdiendo credibilidad y vigencia, hasta ser expulsados de países como la Argentina, el Paraguay, Ecuador y el Salvador.
Es preciso añadir que dicho proceso de reversión no habría sido posible, sin el decidido concurso de profesionales patriotas que empeñan capacidad y sacrificio para derrotar a ese engendro internacional comunistoide o de izquierda, como gustan llamar a esa Hidra, que estuvo muy cerca de contaminar hasta a la propia potencia del norte, lo que contribuyó al retorno de Donald Trump, como una clara muestra de nuestra aserción.
En Bolivia, los bolivianos que añoramos la República, asistimos azorados a la caída espectacular de este malhadado sistema plurinacional, folklórico y multidelito, en medio de bochornosas y aparentes piruetas de división entre sus dirigentes, tratándonos de engatusar con una realidad que nos lleve al olvido de los miles de millones de dólares que nos costó la entrada a este fatídico teatro, ante la injusta prisión de los opositores y sobre la tumba de los que no toleraron tanto oprobio.
Imitando la hazaña de Judas Iscariote, la votación por la presidencia del Senado por la devaluada suma de 30.000 monedas de lata, fue otra puesta en escena de un acto tragicómico que jamás podremos olvidar, como tampoco la huelga de hambre indefinida de Evo, que duró tres días, salvo que otros hayan preferido el discurso de cierre de gestión del inca, vicepresidente del Estado Plurinacional Multilingüe y Folklórico de Bolivia, David Choquehuanca, ante una Asamblea repleta de adherentes que arrojaban enormes ramos de flores y tomates a la cara de su líder y botellas de agua para su conservación.
Dicho acto contó con la presencia de todo el cuerpo diplomático acreditado en Bolivia, el cual no salía de su asombro ante dicha muestra de afecto, al no saber si se trataba de una cariñosa demostración carnavalera; de Halloween o de una amable aceptación simplemente, a la mala gestión congresal.
A la luz de lo expuesto, ya se puede escuchar en calles, plazas y cañadas esa vieja sentencia que reza: “No hay MAS que dure 100 años, ni pueblo que lo resista”, se supone que esto obedece a la alegría que producirá el fin de la burla y el retorno a la gloriosa República de Bolivia.