Kabul.- El vicepresidente de Afganistán, Amrulá Salé, que se ha reivindicado como líder ‘de facto’ tras la salida de Ashraf Ghani del país, remarcó este lunes que «nunca» reconocerá el gobierno de los talibán, al tiempo que ha remarcado que no se producirá «un trato de rendición en nombre y bajo el disfraz de un acuerdo» con los insurgentes.
En una carta remitida al diario alemán “Der Spiegel” -manuscrita, «por razones de seguridad»- Salé advirtió de que, si los talibanes «optan por una solución militar», la resistencia «está preparada para cualquier eventualidad».
Salé se encuentra actualmente en el Hindú Kush, un macizo montañoso situado entre Afganistán y el noroeste de Pakistán. En este sentido, ha indicado que, aunque las antiguas autoridades afganas se encuentran geográficamente «aisladas», aún «representan» a Afganistán. «Políticamente y moralmente Afganistán está con nosotros y nunca se convertirá en ‘talibanistán'», ha apostillado.
En la misiva, consideró que el proceso de paz en Doha con los talibanes, «que nunca fue un proceso», según ha matizado, «fue el principio del fin». «(El proceso) era defectuoso y engañoso», ha continuado, antes de lamentar que el enviado especial de Estados Unidos para Afganistán, Zalmay Khalilzad, «pasó por encima del estado afgano y dio legitimidad a los talibanes».
«Para los paquistaníes y los talibanes, Doha fue un instrumento de distracción para mantener a la comunidad internacional dividida, esperanzada por la paz, y no les permitió condenar la campaña de terror de los talibanes», añadió, subrayando que los insurgentes «nunca creyeron en un acuerdo político». «Explotaron la ingenuidad y la fatiga de la Casa Blanca, tanto bajo la Administración (de Donald) Trump como la de (Joe) Biden», señaló.
En este contexto, consideró que Washington y la OTAN «podrían haber soportado el coste, que se habría reducido al mínimo, y mantener 2.500 soldados». «No lo hicieron. Ahora pagan con su reputación, su credibilidad y su apoyo internacional», criticó.
Para Salé, «aún hay una solución», que pasa por amenazar a Pakistán con «sanciones específicas, demandar un acuerdo político y dar reconocimiento y apoyo político a la resistencia de la provincia de Panjshir». «Necesitamos recursos, no duda», ha urgido.
La provincia de Panjshir, donde se ha refugiado las fuerzas leales a Salé, está considerada como último foco de resistencia a los insurgentes. El vicepresidente afgano usa las redes sociales para arengar a la población contra el movimiento talibán y aplaudir a quienes todavía defienden al antiguo gobierno afgano como representante de la identidad nacional.
Salé también ha dedicado unas palabras a Ghani y ha señalado que tendría que haber permanecido en Afganistán. «Incluso si los talibanes lo hubieran capturado, su cuerpo estaría en la cárcel y su alma permanecería libre», ha continuado, antes de, en cambio, ahora su alma «está encadenada para siempre».
«También podría haber sido una razón para la comunidad internacional para demandar a los talibanes rendición de cuentas», continúo. «Pero ha huido y ha traicionado a su propia alma y se ha demostrado que estaba equivocado», insistió. (Europa Press)