Durante la campaña, se utilizarán 1,7 millones de dosis de vacunas contra el cólera para proteger a los sirios mayores de un año, especialmente a los que viven en las zonas más gravemente afectadas por el terremoto y con mayor riesgo de cólera, incluidos los distritos de Sarmada, Maaret Tamsrin, Dana y Atmeh en Idleb, y en el distrito de A’zaz en el norte de la capital del país, Alepo.
Un total de 1.400 equipos de trabajadores sanitarios y voluntarios comunitarios llevarán a cabo la campaña de diez días utilizando una estrategia casa por casa, además de llegar a los desplazados que viven en campamentos, mercados y centros escolares.
A través de un comunicado, la OMS advirtió del aumento de las enfermedades transmitidas por el agua para más de 2,1 millones de sirios que viven en el noroeste del país, con un riesgo que aumenta significativamente tras el devastador terremoto, especialmente en los campamentos y centros colectivos superpoblados,
La directora regional adjunta de Programas de UNICEF para Oriente Medio y el Norte de África, Maddalena Bertolotti, añadió que tras años de conflicto y dos terremotos catastróficos, los peligros que las condiciones insalubres y el agua no apta para el consumo suponen para los niños pueden parecer intrascendentes, pero si las enfermedades transmitidas por el agua se instalan, los efectos pueden ser desastrosos.
Desde que se declaró por primera vez el brote de cólera en Siria el 10 de septiembre de 2022, se notificó más de 50.000 casos sospechosos tanto en la gobernación de Idlib como en la de Alepo, de los cuales el 18 por ciento de los casos sospechosos procedían de campos de desplazados internos.
En la semana del terremoto, los casos notificados disminuyeron en un 63 por ciento. Desde entonces, la vigilancia se reanudó y dos semanas después se notificaron 1.784 nuevos casos.
En cualquier caso, OMS y UNICEF apuntan que sigue existiendo una necesidad urgente de intensificar la vigilancia y la respuesta a las enfermedades propensas a epidemias tras el terremoto, con especial atención a la estación primaveral, en la que se producirá un cambio en los patógenos circulantes.
Los devastadores terremotos que sacudieron el sur de Turquía y el norte de Siria el 6 de febrero causaron más de 4.540 muertos y casi 9.000 heridos en el noroeste de Siria. Alrededor de 90.000 sirios se vieron desplazados en el noroeste y muchos encontraron refugio en campamentos y centros colectivos de acogida superpoblados. La catástrofe interrumpió el acceso al agua potable, el saneamiento y la higiene, exponiendo a la población a un mayor riesgo de enfermedades transmitidas por el agua, entre ellas el cólera. (Europa Press)