Pese a la destrucción causada a su paso, las tropas del Kremlin han debido retroceder en su avance sobre Ucrania. Ahora se concentran en la región oriental del Donbas y la estratégica ciudad de Severodonetsk, cercanas a las zonas prorrusas.
Desde el 24 de febrero, los rusos han avanzado en el este y en el sur, sobre todo a lo largo del litoral del mar Negro y del mar de Azov, ya controlan un corredor costero estratégico que conecta el suroeste de Rusia con Crimea.
El balance de los ataques incluye más de 4.000 civiles muertos y por lo menos ocho millones de desplazados, según cifras de la ONU. También se cuentan ataques y saqueos a centros religiosos, culturales y educativos.
Justo antes de llegar a los cien días de este conflicto, que va para largo según los países occidentales, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky reconoció que las tropas invasoras controlan un 20% de su territorio.
Si antes de la guerra, las fuerzas rusas o prorrusas controlaban 43.000 km2 del país, incluyendo la península de Crimea y un tercio del Donbas, ahora retienen casi 125.000 km2, reconoció ante el Parlamento de Luxemburgo.
Frustrada su ofensiva relámpago para hacer caer el gobierno prooccidental en Kiev, Moscú se concentra en una guerra de desgaste para conquistar la cuenca minera del Donbas, con una batalla especialmente feroz en Severodonetsk.
La capital administrativa de la región de Lugansk es escenario de combates callejeros entre las tropas ucranianas y las rusas que, según el gobernador regional, ocupan un 80% de su territorio.
“Hoy combatimos y nos agarramos por cada metro de la región de Lugansk”, dijo ayer el gobernador de Lugansk, Serguéi Gaidai.
“Desde hace cien días, los rusos destruyen todo lo que diferenciaba la región de Lugansk”, declaró, asegurando que se perdieron más de 400 km de carreteras, 33 hospitales, 237 clínicas rurales, casi 70 escuelas y 50 maternidades.
GUERRA A LARGO PLAZO
Respaldadas por los envíos de armamento de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, las fuerzas armadas ucranianas han conseguido frenar al ejército ruso, más numeroso y mejor equipado, convirtiendo el conflicto en una guerra de desgaste.
“Debemos prepararnos para el largo plazo (…) porque lo que vemos es que esta guerra se ha convertido ahora en una guerra de desgaste”, dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, tras reunirse con el presidente estadounidense Joe Biden.
La otra región del Donbas, Donetsk, no se encuentra al margen de las hostilidades, especialmente en Sloviansk, unos 80 km al oeste de Severodonetsk, cuyos habitantes huyen desesperados de la ciudad, donde no hay agua ni electricidad.
“La situación empeora, las explosiones son cada vez más intensas y las bombas caen cada vez más a menudo”, dijo a la AFP Gulnara Evgaripova, una estudiante de 18 años que se subía a un autobús de evacuación.
Ante la aplanadora rusa, el ejército ucraniano, que pierde entre 60 y 100 soldados a diario según reconoció Zelensky, espera la rápida llegada de los sistemas de misiles avanzados Himars prometidos por Estados Unidos.
Probablemente para retrasar estos envíos de asistencia militar, Rusia bombardeó el jueves varias líneas de ferrocarril en la región de Leópolis (oeste), adonde suelen llegar las armas occidentales para Ucrania.
El ministerio de Defensa también aseguró haber “frenado” la llegada de “mercenarios” extranjeros que se han unido a los militares ucranianos, infligiéndoles duras pérdidas que hicieron caer su número de efectivos de 6.600 a 3.500.
En las regiones bajo su control, Rusia intenta imponer su dominio y evoca posibles referéndums en julio para anexionar las zonas conquistadas, como hizo en 2014 para hacerse con la península de Crimea.
En este sentido, las autoridades prorrusas de la región de Zaporizhzhia (sur) anunciaron que aprobaron un decreto para apoderarse de las propiedades del Estado ucraniano como “terrenos, recursos naturales o infraestructuras de sectores estratégicos de la economía”.
MÁS SANCIONES A RUSIA
En el plano diplomático, los países de la Unión Europea aprobaron el jueves un sexto paquete de sanciones contra Rusia, que debería aplicarse desde ayer tras su ratificación por todos los Estados miembros.
El paquete incluye un embargo con excepciones a las compras de petróleo, pero renuncia a incluir en la lista negra al jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa, por la presión ejercida por Hungría, el país del bloque más cercano a Moscú.
Por su parte, Estados Unidos anunció una nueva tanda de medidas contra varios miembros de la “élite” de Moscú, incluida la portavoz de la diplomacia rusa, María Zajárova.
Las sanciones persiguen debilitar la economía rusa, pero según el vice primer ministro ruso encargado de Energía, Alexander Novak, los europeos serán los primeros en “sufrir” el embargo al petróleo.
“No sólo subirán los precios del petróleo, sino también los de los productos petrolíferos. No descarto que haya un gran déficit de productos petrolíferos en la UE”, dijo Novak. (Infobae)