Hace unos meses, Montevideo anunció negociaciones con China para cerrar un pacto bilateral excluyendo al Mercosur, y en el momento se conoce que intenta sumarse en soledad al Acuerdo Transpacífico que lideran Nueva Zelanda y Australia.
Frente a esa información pública, los gobiernos de Alberto Fernández, Jair Bolsonaro y Mario Benítez fijaron una estrategia diplomática que es inédita en la historia de treinta años del Mercosur. A través de un tuit, advirtieron a Uruguay que actuarán con el máximo rigor jurídico para evitar que se rompan las normas estructurales del bloque regional.
“Ante las acciones del gobierno uruguayo con miras a la negociación individual de acuerdos comerciales con dimensión arancelaria, y teniendo en cuenta la posible presentación, por la República Oriental del Uruguay, de un pedido de adhesión al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), los Coordinadores Nacionales de Argentina, Brasil y Paraguay ante el Grupo Mercado Común del Mercosur tiene a bien comunicar a la Coordinación Nacional de Uruguay que los tres países se reservan el derecho de adoptar las eventuales medidas que juzguen necesarias para defender sus intereses en los ámbitos jurídicos y comercial”, sostiene el comunicado conjunto que firmaron las cancillerías de Argentina, Brasil y Paraguay.
La reacción de los tres países es la respuesta directa a un viaje que el canciller de Uruguay, Francisco Bustillo, inició a Australia y Nueva Zelanda para entregar la adhesión de su país al Acuerdo Transpacífico. Bustillo ejecutará ese acto de pleno simbolismo diplomático hoy en Auckland (Nueva Zelanda),
porque allí está depositado el acuerdo formal firmado por todos sus integrantes.
El Acuerdo Transpacífico está integrado por Australia, Nueva Zelanda, Brunei, Canadá, Chile, Japon, Malasia, México, Perú, Singapur y Vietnam, lo que implica el 13 por ciento del PIB mundial y un mercado de más de 500 millones de habitantes.
Lacalle Pou cree que el Mercosur es un corset comercial para Uruguay y tiene una hoja de ruta que apunta a lograr una sucesión de tratados de libre comercio. Ya inició ese camino con China, y ahora continúa con el acuerdo Transpacífico, pese a las estrictas limitaciones jurídicas que imponen las normas vigentes del foro regional.
La norma fundacional del Mercosur es precisa: los acuerdos se hacen entre los cuatro socios y la contraparte internacional, no hay acciones unilaterales ni avances diplomáticos independientes. Por eso, llamó la atención en Buenos Aires, Brasilia y Asunción que Lacalle Pou avanzará con el Acuerdo Transpacífico.
Ya hubo una protesta formal adentro del Mercosur cuando Lacalle Pou anunció sus intenciones de firmar un acuerdo con China, pero ese reclamo no desalentó la estrategia del jefe de Estado uruguayo.
Al contrario: antes del viaje del canciller Bustillo a Australia y Nueva Zelanda, Lacalle Pou presentó tres informes de la Cancillería, el Ministerio de Economía y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) alentando la incorporación de Uruguay al bloque multilateral que del Transpacífico.
La semana que viene, en Montevideo, Lacalle Pou entregará la Presidencia Pro Tempore del Mercosur a Alberto Fernández. Será una cumbre compleja por las diferencias geopolíticas entre ambos mandatarios. El Presidente argentino apuesta a profundizar los mecanismos comerciales y políticos del bloque regional, mientras que su colega uruguayo apuesta a cerrar tratados de Libre Comercio.