El recuento de muertos por los dos terremotos en Turquía y Siria superó ayer los 33.000; mientras que Naciones Unidas lamentó las demoras en llevar ayuda humanitaria a zonas sirias devastadas y advirtió que el balance final podría duplicarse.
Los últimos balances hablan de 33.179 fallecidos (29.605 en Turquía y 3.574 en Siria), por el terremoto más violento en la región desde hace 80 años.
Ayer un nuevo convoy de la ONU llegó al noroeste de Siria desde Turquía, pero el jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, afirmó que se necesita más apoyo para las millones de personas que perdieron sus casas en el sismo de magnitud 7,8 ocurrido hace casi una semana.
La situación se agrava en Siria, cuyo sistema de salud e infraestructura global están lastrados por más de una década de guerra civil.
El convoy de ayer, integrado por una decena de camiones transportando herramientas para rescate, además de mantas y colchones, cruzó por el paso fronterizo de Bab al Hawa desde Turquía.
En medio de un escenario devastador y un frío glacial, decenas de miles de socorristas locales y extranjeros trabajan entre las ruinas en busca de señales de vida.
26 MILLONES DE AFECTADOS
En medio de las rudas condiciones del invierno, siguen registrándose casos milagrosos de personas encontradas bajo los escombros, pero los expertos advierten que las esperanzas de encontrar supervivientes disminuyen con cada día que pasa.
En el sur de Turquía, un bebé de siete meses llamado Hamza fue rescatado con vida más de 140 horas luego del sismo en Hatay y una adolescente identificada como Esma Sultan, de 13 años, fue salvada en Gaziantep, según medios estatales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que 26 millones de personas se vieron afectadas por el terremoto y lanzó un pedido urgente para recaudar 42,8 millones de dólares para financiar las necesidades de salud urgentes.
Según la agencia turca para situaciones de emergencia y desastres naturales, cerca de 32.000 personas están movilizadas en las operaciones de rescate, así como más de 8.000 rescatistas extranjeros.
Pero en muchas zonas, los equipos carecen de sensores, lo que implica que su trabajo se reduce a excavar con cuidado los edificios derrumbados con palas o incluso con las manos desnudas.
Alaa Moubarak, director de Defensa Civil de Jableh, en el noroeste de Siria, dijo que no recibieron nuevos equipos en 12 años.
CRECE LA INDIGNACIÓN
El gobierno en Siria anunció que había aprobado la entrega de ayuda humanitaria a las zonas rebeldes fuera de su control en la provincia de Idlib y que el convoy debía salir ayer, aunque luego fue pospuesto.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, urgió al Consejo de Seguridad a autorizar la apertura de más puestos fronterizos para enviar ayuda a las zonas rebeldes de Siria desde Turquía.
El paso de los días lleva también a la búsqueda de responsabilidades, especialmente en Turquía, donde la población arremete contra la lenta respuesta del gobierno y la mala calidad de los edificios tras el peor desastre en casi un siglo.
Las autoridades señalan que más de 12.000 inmuebles quedaron destruidos o gravemente afectados por la sacudida y la policía detuvo a 12 personas, entre ellas algunos promotores inmobiliarios, por el derrumbe de edificios. (Infobae).