Se ha denunciado en las últimas horas el asesinato de la manifestante de 16 años Sarina Esmailzadeh por una paliza de las fuerzas de seguridad.
Casi la mitad de los fallecidos fueron identificados en la localidad de Zahedán, en la provincia de Sistán y Baluchistán, donde 90 personas perdieron la vida durante una marcha celebrada el 30 de septiembre para protestar por la violación de una niña baluchí de 15 años por parte del jefe de la Policía de Chabaha.
A las víctimas de Zahedán hay que sumar otros 27 muertos en la provincia de Mazandaran, 12 en Gilan, 12 en Azerbaiyán Occidental, 8 en Kurdistán, 8 en Teherán, 7 en Kermanshah, 5 en Alborz, tres en Jorasán-Razavi, dos en Kohgiluye, Isfahán, Zanjan, Qazvin y Azerbaiyán Occidental, y una en Semnan, Ilam y Bushehr.
El último balance se publica después de que la ONG responsabilizara a las fuerzas de seguridad del asesinato de la joven Sarina Esmailzadeh, natural de Karaj, muerta a porrazos el 22 de septiembre. (Europa Press).
“Después de revisar las pruebas y hablar con testigos presenciales y fuentes cercanas, Iran Human Rights confirma que Sarina ha sido víctima de un asesinato llevado a cabo por las fuerzas de seguridad del Estado”, denuncia la ONG, antes de acusar a los elementos próximos al Gobierno iraní de intentar encubrir su muerte como un suicidio.
Iran Human Rights también pide a la comunidad internacional que investigue la muerte de otra manifestante, Nika Shakarami, de 17 años, tras rechazar la versión oficial de que se había caído de un edificio durante las protestas.
Fuentes familiares que pudieron ver el cadáver, no obstante, cuentan con un certificado de defunción que especifica como causa de la muerte “múltiples golpes por un objeto contundente”, de acuerdo con la ONG.