Irán ahorcó a Mohsen Shekari, condenado por herir con un cuchillo a un guardia de seguridad y bloquear una calle en Teherán, la primera ejecución de este tipo tras miles de detenciones por los disturbios, lo que provocó un coro de condenas occidentales.
Las protestas que estallaron en todo el país tras la muerte bajo custodia policial de Mahsa Amini, una joven kurda iraní de 22 años, el 16 de septiembre, suponen uno de los mayores desafíos al régimen teocrático de Irán desde la revolución islámica de 1979.
“La identificación, el juicio y el castigo de los autores del martirio (asesinato) de las fuerzas de seguridad se llevarán a cabo con determinación”, declaró Raisi en una ceremonia de homenaje a los integrantes de la fuerzas de seguridad fallecidos durante las protestas, según los medios estatales.
Molavi Abdolhamid, clérigo suní de la república islámica, gobernada por los chiíes, criticó la condena a muerte, según su página web.
“Cuando alguien no mató, sino que sólo ha bloqueado una carretera y apuñaló y herido con un cuchillo a un miembro de la milicia Basij, no puede ser condenado a muerte en virtud de la sharia”, declaró Molavi Abdolhamid. “Escuchen estas protestas y negocien con el pueblo de Irán. Golpear, matar y ejecutar a esta nación no está bien. Esta protesta no se sofocará matando a la gente”.
Los medios estatales publicaron un video de lo que dijeron que era la confesión de Shekari, en la que aparece con un hematoma en la mejilla derecha. Admitió haber golpeado con un cuchillo a un miembro de la milicia Basij y haber bloqueado una carretera con su moto junto a uno de sus amigos. (Reuters).