Buenos Aires.- El cambio climático puso en severo riesgo de extinción al pingüino emperador que habita la Antártida en los próximos 30 a 40 años, ya que depende del mar congelado para completar su ciclo de vida, advirtió una experta del Instituto Antártico Argentino (IAA).
El emperador, el más grande del mundo, es uno de los dos pingüinos endémicos de la Antártida junto al Adelia pero, a diferencia de este, no forma un nido sino que se reproduce sobre el hielo marino.
Si el mar congelado se forma más tarde y se desarma antes de tiempo por efecto del calentamiento global, no llega a cumplir su ciclo reproductivo.
“Al desestabilizarse esa plataforma de hielo, los pingüinos chiquitos (…) pueden no estar emplumados, no estar preparados para ir al mar, se les desarma el piso sobre el cual la colonia está apoyada”, dijo a Reuters Marcela Libertelli, bióloga y jefa del Departamento de Predadores Tope del IAA, que estudia dos colonias con un total de 15.000 ejemplares en la Antártida.
“Si el agua los alcanza, no están preparados para nadar, no tienen el plumaje impermeable, que son las plumas definitivas de adulto, y se mueren de frío y se ahogan”, agregó.
Esto ocurrió con la colonia Halley en el Mar de Weddell, en la que durante tres años murieron todos los pichones.
Los científicos argentinos viajan todos los años en agosto, en el invierno austral, a la Base Marambio, desde donde recorren en moto unos 65 kilómetros diarios para acceder a la colonia más cercana, con temperaturas de hasta -40 grados Celsius.
Una vez en la colonia, cuentan los pichones, sacan las coordenadas geográficas, toman muestras de sangre, los pesan y hacen mediciones. También realizan conteos desde el aire.
“Las proyecciones (climáticas) prevén que las colonias (del pingüino emperador) que estén ubicadas entre las latitudes 60 y 70 grados (sur) desaparecerían en las próximas décadas, o sea, en los próximos 30, 40 años”, señaló Libertelli.
El pingüino emperador tiene el ciclo reproductivo más largo de este tipo de aves, que va de abril a diciembre. En el proceso, uno de los padres lleva al pichón entre sus patas para darle calor hasta que desarrolle el plumaje definitivo.
“La desaparición de cualquier especie es una tragedia para el planeta, así sea chiquita o grande, vegetal o animal, no importa, es pérdida de la biodiversidad”, dijo.
En la Antártida es aún más dramático. «Las cadenas tróficas de lugares extremos tienen menos eslabones, menos integrantes. Quiere decir que la desaparición de uno de ellos traería consecuencias muy graves en el ecosistema», afirmó.
A principios de abril, la Organización Meteorológica Mundial advirtió sobre «temperaturas cada vez más extremas junto con lluvias inusuales y desprendimientos de hielo en la Antártida».
Y consideró este fenómeno como una señal de alerta de una «tendencia preocupante», ya que las capas de hielo de la Antártida han estado perdiendo masa desde al menos 1990, indicó.
El creciente turismo y pesca en la Antártida también ponen en riesgo el desarrollo del emperador al afectar el krill, uno de los principales alimentos de los pingüinos y otras especies.
«Muchas veces los barcos de turismo ejercen muchos efectos negativos y también las pesquerías que están haciendo efecto sobre la Antártida, pesquerías de peces y de krill. Es importante que haya un mayor control y pensar a futuro», concluyó Libertelli. (Reuters)