Roma.- El papa Francisco pidió «menos armas y más comida», así como «más vacunas y menos fusiles» en un encuentro por la paz en el Coliseo de Roma en el que estaban presentes la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro italiano, Mario Draghi.
«Les ruego, en nombre de la paz, que en toda tradición religiosa desactivemos la tentación fundamentalista, cualquier insinuación a hacer del hermano un enemigo», dijo Francisco en el encuentro promovido por la Comunidad de Sant’Egidio: “Religiones y Culturas en diálogo. Pueblos hermanos, tierra futura”.
El evento organizado por la Comunidad de San Egidio ha reunido a los representantes de las grandes religiones del mundo, como el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I; el Patriarca y Catolicós de la Iglesia apostólica armenia, Karekin II o el Gran Imán de Al Ahzar (Egipto), Ahmad Al-Tayyeb, con quien el Papa Francisco firmó en febrero de 2019 el documento de la fraternidad en Abu Dabbi; el patriarca de la Conferencia de los rabinos europeos, Rabino Pinchas Goldschmidt; el representante del budismo Soto Zen (Japón), Shoten Minegishi y la presidenta del Hindu Forum of Europe (Reino Unido), Lakshmi Vyas.
Además de personalidades del mundo de la política y la religión, también estaban presentes activistas sociales como la escritora superviviente del holocausto Edith Bruck.
«Este anfiteatro, en un pasado lejano, fue lugar de brutales entretenimientos de masas: combates entre hombres o entre hombres y animales. Un espectáculo fratricida, un juego mortal hecho con la vida de muchos», recordó frente al anfiteatro romano.
El Papa denunció que la guerra es algo que se mira «de lejos» con la indiferencia de quien está convencido de que «nunca» le tocará. «El dolor de los otros no nos urge, ni siquiera el dolor de los que han caído, de los migrantes, de los niños atrapados en las guerras, privados de la despreocupación de una infancia de juegos», añadió.
Además, El Sumo Pontífice ha invitado a los presentes a «empatizar» con el dolor ajeno y reconocer «la humanidad común a la que pertenecemos, con sus fatigas, sus luchas y sus fragilidades».
«La verdadera valentía es la valentía de la compasión, que lleva a ir más allá de la vida tranquila, más allá del ‘no es asunto mío y del no me pertenece’, para no dejar que la vida de los pueblos se reduzca a un juego entre los poderosos», recalcó.
«No, la vida de los pueblos no es un juego, es cosa seria y nos concierne a todos; no se puede dejar en manos de los intereses de unos pocos o a la merced de pasiones sectarias y nacionalistas», añadió.
Por ello, ha exhortado a «deponer las armas» y «reducir los gastos militares para proveer a las necesidades humanitarias y convertir los instrumentos de muerte en instrumentos de vida». (Europa Press)