El incidente ocurrió la tarde del viernes en la zona de Piedra Fina, un área en la Amazonía ecuatoriana donde una erosión en curso provocó que los oleoductos OCP y el estatal SOTE dejaran de bombear en diciembre, lo que obligó al gobierno a declarar fuerza mayor sobre sus exportaciones y producción de petróleo.
La erosión regresiva, que avanza desde el 2020 por el cauce del río Coca y sus afluentes, ha amenazado además de los oleoductos, a la captación de agua de la mayor central hidroeléctrica del país andino y una carretera principal.
Una combinación de terreno debilitado y fuertes lluvias en el área de Piedra Fina, en la provincia de Napo, hizo que las rocas cayeran sobre el tubo del oleoducto de crudo pesado y lo rompieran sin que el operador haya podido prever el incidente, explicó la empresa.
«OCP ha indicado, que la rotura se registró en una zona en la que el tubo no se encuentra directamente expuesto a los ríos, se ha controlado ya el flujo de petróleo», agregó en un comunicado. «Sin embargo trabaja de manera intensa en evitar cualquier riesgo de que este alcance fuentes de agua».
OCP construyó una variante temporal de unos 4 kilómetros de largo en la zona de Piedra Fina para evitar que la erosión dañe su tubería, lo que le permitió reanudar sus operaciones a fines del año pasado.
La empresa dijo además que no se ha suspendido la recepción de crudo ni las exportaciones del mismo.
El Ministerio de Energía explicó a última hora del viernes que de manera inmediata se dispuso realizar «actividades de contingencia, limpieza y remediación» en la zona.
Ni OCP Ecuador ni el Ministerio de Energía han confirmado la cantidad de crudo que se habría derramado tras el incidente.
El oleoducto OCP tiene una longitud de 485 kilómetros y puede transportar 450.000 barriles de petróleo por día, pero antes del incidente operaba por debajo de su capacidad. En abril del 2020 sufrió una rotura, junto al estatal SOTE, por efectos de la erosión que derramó varios barriles de crudo, afectando a comunidades amazónicas. (Reuters)