En su “Mensaje al pueblo de Dios”, los obispos cubanos manifiestan que se sienten profundamente unidos a los Obispos y a todos los fieles de la Iglesia de Dios en Nicaragua, y acogen la invitación del papa Francisco, de hace una semana, para el rezo del Ángelus.
Recuerdan que entonces, el pontífice dijo: «Me ha entristecido mucho la noticia que llega de Nicaragua y no puedo dejar de recordar aquí con preocupación al Obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, a quien tanto quiero, condenado a 26 años de prisión, y también a las personas que fueron deportadas a los Estados Unidos. Rezo por ellos y esa querida nación, y pido sus oraciones».
Los prelados de la isla exteriorizaron que se suman a su clamor para que abra el corazón de los líderes políticos y de todos los ciudadanos a la búsqueda sincera de la paz, que nace de la verdad, la justicia, la libertad y el amor, y se logra mediante el ejercicio paciente del diálogo.
En la última semana, 317 nicaragüenses fueron despojados de su nacionalidad, incluido el obispo Rolando Álvarez Lagos, condenado a 26 años y 4 meses de prisión, tras negarse a ser desterrado por el régimen de Ortega junto a 222 presos políticos excarcelados y expulsados hacia Estados Unidos el 9 de febrero.
Al obispo Álvarez, de 56 años, le fueron suspendidos sus derechos ciudadanos de por vida, por delitos considerados traición a la patria.
El pasado miércoles la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) también se solidarizó con la Iglesia de Nicaragua en estos momentos de dificultades que están viviendo, que sigue con atenta preocupación, debido a la expulsión y encarcelamiento de religiosos del país centroamericano.
A través de un comunicado, los obispos venezolanos, junto con sus presbiterios, expresaron su preocupación por los últimos acontecimientos que están marcando la vida y ministerio de la Iglesia en la hermana nación nicaragüense, entre ellos la expulsión de sacerdotes, diáconos, seminaristas y religiosos.
El Episcopado venezolano, según el pronunciamiento, pide «a Dios que cambie los corazones de quienes tomaron esas decisiones, para que, además de reconsiderarlas y convertirse, entiendan que, por mandato divino, la Iglesia será siempre fiel a la misión profética de anunciar el evangelio».(Infobae).