La cumbre del 28 y 29 de junio llega en un momento crucial para la OTAN, tras los fracasos en Afganistán y las discordias internas durante la era del expresidente estadounidense Donald Trump, que amenazó con sacar a Washington de la alianza.
La invasión de Rusia a Ucrania en febrero provocó un cambio geopolítico, lo que ha llevado a países antes neutrales, como Finlandia y Suecia, a solicitar su ingreso en la OTAN y a Ucrania a conseguir el estatus de candidato a ingresar en la Unión Europea.
Stoltenberg señaló que la OTAN transformaría su actual fuerza de reacción rápida, que ya cuenta con unos 40.000 efectivos en alta disponibilidad, y elevaría el número total a «bastante más de 300.000».
Esta medida forma parte de los pasos de la OTAN para crear una nueva estructura de fuerzas que probablemente incluya a soldados nacionales en diferentes niveles de alerta, de modo que la alianza tenga más fuerzas listas para el combate en caso de crisis.
En la cumbre, la OTAN también cambiará su lenguaje sobre Rusia respecto a la redacción actual, consagrada en su cumbre de Lisboa de 2010, que describe a Moscú como un socio estratégico
«Espero que los aliados digan claramente que Rusia representa una amenaza directa a nuestra seguridad, a nuestros valores y al orden internacional basado en normas», indicó Stoltenberg.
Añadió que las unidades de combate de la OTAN en el flanco oriental de la alianza, especialmente en el Báltico, van a ser reforzadas al nivel de brigada, con miles de soldados preasignados en espera en países más occidentales como Alemania como refuerzos rápidos.
«En conjunto, esto constituye la mayor revisión de nuestra disuasión y defensa colectiva desde la Guerra Fría», dijo. (Reuters)