Aunque las autoridades talibanes solo confirmaron una decena de muertos, múltiples fuentes extraoficiales han asegurado a los medios afganos que el atentado fue uno de los más sangrientos cometidos por la filial afgana desde la llegada de los talibán al poder el 15 de agosto del año pasado.
La bomba, según estas fuentes, derrumbó el techo de la mezquita sobre cientos de fieles, muchos de los cuales perecieron aplastados.
Ahora, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en su condena a este atentado, ha estimado al menos una treintena de muertos «y muchos heridos más», en un ataque que forma parte de una serie de «despreciables atentados terroristas» contra los civiles afganos.
El Consejo de Seguridad también toma nota de la reivindicación del atentado anunciada ayer por Estado Islámico Provincia de Jorasán.
Además, El Consejo de Seguridad también condenó los ataques perpetrados contra la mezquita del Maulana Sekander en la provincia de Kunduz del pasado 22 de abril, que dejó 25 muertos y contra dos minibuses en Mazar e Sharif que dejaron 9 fallecidos, según la nota recogida por Tolo News.
Por su parte, el coordinador humanitario de la ONU en Afganistán, Ramiz Alakbarov, tildó el ataque como «otro doloroso golpe para el pueblo de Afganistán», más aún cuando se ha producido en el último viernes de Ramadán.
«Es inconcebible que los civiles sean atacados indiscriminadamente mientras realizan sus actividades diarias, se reúnen para rezar, van a la escuela o al mercado, o de camino al trabajo», denunció Alakbarov, quien ha incidido en que el derecho internacional humanitario prohíbe los ataques contra población e infraestructura civil. (Europa Press)