Los estados miembros de la ONU lograron un acuerdo para crear el primer tratado internacional de protección de altamar, destinado a contrarrestar las amenazas que pesan en ecosistemas vitales para la humanidad.
“El barco llegó a la costa”, anunció la presidenta de la conferencia, Rena Lee, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York poco entre los aplausos de los delegados.
Tras más de 15 años de discusiones, incluidos cuatro de conversaciones formales, la tercera sesión de negociación en menos de un año, anunció el tan esperado consenso.
El tratado es considerado esencial para conservar el 30% de la tierra y los océanos del mundo hacia 2030 como acordaron los gobiernos del globo en un acuerdo firmado en Montreal en diciembre. Actualmente apenas el 1% de la altamar está protegida.
Tras dos semanas de intensas conversaciones en la sede de la ONU, incluida una maratónica sesión nocturna entre el viernes y el sábado, los delegados ultimaron un texto que no puede sufrir alteraciones significativas.
El acuerdo se adoptará formalmente una vez que haya sido examinado por juristas y traducido a las seis lenguas oficiales de las Naciones Unidas, anunció.
La altamar comienza donde terminan las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de los Estados, a un máximo de 370 km de la costa, por lo que no está bajo jurisdicción de ningún país.
Pese a que representa más del 60% de los océanos y casi la mitad del planeta, la altamar fue ignorada durante mucho tiempo ya que la atención se centró en las zonas costeras y las especies emblemáticas.
Con los avances de la ciencia, se demostró la importancia de proteger todos estos océanos con una biodiversidad a menudo microscópica, que proporciona la mitad del oxígeno que respiramos y limita el calentamiento climático al absorber una parte importante del CO2 que genera la actividad humana.
Cuando el tratado entre en vigor luego de haber sido formalmente adoptado, firmado y ratificado por un número suficiente de países, se podrán crear zonas marinas protegidas en aguas internacionales.
El tratado sobre la conservación y la utilización sostenible de la biodiversidad marina de las zonas que no dependen de la jurisdicción nacional introduce también la obligación de realizar estudios de impacto ambiental de las actividades que se vayan a realizar en la altamar.
Los países en desarrollo que no tienen los medios para financiar costosas expediciones e investigaciones lucharon para no ser excluidos del maná que se espera con la posible comercialización por empresas farmacéuticas o cosméticas de moléculas milagrosas procedentes de estos organismos marinos que no pertenecen a nadie.
En un anuncio percibido como un gesto para reforzar la confianza Norte-Sur, la Unión Europea prometió en Nueva York 40 millones de euros (42,4 millones de dólares) para facilitar la ratificación del tratado y su aplicación inicial. (Infobae)