La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) se mostró «profundamente preocupada» por las condiciones «extremadamente duras» en que se encuentran los migrantes y refugiados en las fronteras de Bielorrusia con varios países de la Unión Europa y ha pedido para ellos un «trato humano», anteponiendo los Derechos Humanos.
El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, advirtió en mayo de que permitiría el paso de migrantes hacia el bloque europeo como represalia por el aumento de la presión política sobre Minsk, lo que se ha traducido en más llegadas hacia Polonia, Lituania y Letonia.
La OIM ha pedido que los migrantes no sean «instrumentalizados». «Su protección y el respeto de los Derechos Humanos debe estar en el centro de cualquier respuesta estatal», ha añadido, después de que los tres países de la UE afectados hayan reforzado la vigilancia en sus respectivas fronteras.
La agencia de la ONU considera «particularmente alarmantes» las informaciones que apuntan a la devolución de migrantes, «entre ellos familias y niños», así como la falta de un protocolo adecuado para que estas personas puedan solicitar asilo y, por extensión, «protección internacional».
Además, «muchos migrantes han quedado atrapados en la frontera en condiciones extremadamente duras, con acceso limitado a agua potable y comida, asistencia médica, instalaciones de saneamiento y refugio». Prolongar esta situación «inaceptable», según la OIM, implica poner en riesgo la salud y la vida de estas personas.
La organización ha abogado por el diálogo para resolver cualquier discrepancia y se ha ofrecido a colaborar con los distintos gobiernos para gestionar los flujos migratorios sin dejar de lado las «necesidades vitales».
Polonia declaró la semana pasada el estado de emergencia en zonas limíotrofes con Bielorrusia en previsión de una llegada masiva. La Guardia de Fronteras ha asegurado este lunes que más de 10.000 migrantes y refugiados están en territorio bielorruso a la espera de pasar a algún país de la UE, informa la agencia de noticias PAP.
Los agentes polacos impidieron el sábado la entrada de 215 personas, mientras que el domingo ascendió a 152 y este lunes por la mañana ya se habían confirmado 59 cuando el jefe de la Guardia de Fronteras, Tomasz Praga, ha tomado la palabra para hacer balance de la situación.
Las autoridades polacas culpan directamente al régimen de Lukashenko de esta mayor afluencia y temen que las mafias se aprovechen de estos grupos. En este sentido, Praga ha señalado que el principal objetivo de quienes llegan a Polonia es seguir su camino hacia otros países como Francia o Alemania. (Europa Press)