El científico ruso Valery Mitko, especialista en hidroacústica y acusado de revelar secretos de Estado a China, murió en San Petersburgo, según informó ayer su abogado.
Es el tercer especialista ruso que muere en los últimos dos años tras ser acusado o condenado por alta traición en relación con la tecnología para el armamento hipersónico.
“Ayer, a los 81 años, murió mi cliente, Valery Mitko, presidente de la Academia de las Ciencias del Ártico», explicó el abogado al proyecto de derechos humanos Primer Departamento.
Mitko, que su defensor definió como «uno de los mayores especialistas en hidroacústica» de Rusia, fue acusado en 2020 de «entregar materiales, que supuestamente contenían información clasificada como alto secreto, a los servicios especiales de China durante una visita a ese país».
Dicha información secreta incluía supuestamente datos sobre acústica subacuática y métodos de detección de submarinos.
Mitko, que estaba en arresto domiciliario desde hace dos años, debía comparecer a juicio a finales de este año.
En abril pasado murió de cáncer otro condenado por alta traición, Román Kovaliov, científico del TsNIIMash, instituto de investigación vinculado a la agencia espacial rusa, Roscosmos.
Kovaliov, que fue condenado a siete años de cárcel, falleció dos semanas después de ser liberado por motivos de salud. Su esposa había muerto unos días antes.
Era discípulo de otro científico del mismo centro, Víctor Kudriavtsev, que falleció hace un año también de cáncer después de pasar 18 meses en prisión preventiva.
Sus abogados acusaron entonces al Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) de minar su salud y el avance de la ciencia en Rusia con acusaciones fabricadas.
Según se conoce a los dos científicos se les acusó de desvelar los resultados técnicos del uso de la tecnología supersónica en el misil de alta precisión Kinzhal y el sistema Avangard.
Precisamente esa tecnología es una de las prioridades del programa de desarrollo de armamento de nueva generación aprobado por el presidente ruso, Vladímir Putin, que lo presentó a bombo y platillo en 2018. Putin, que mantiene que dicho armamento «no tiene parangón» y puede burlar el escudo antimisiles estadounidense, ha asegurado en varias ocasiones que recurrirá a «todos los medios» para defender la integridad territorial de Rusia, a la que pertenecen desde el viernes cuatro regiones ucranianas anexionadas por el Kremlin.
El nuevo submarino fue botado en julio y ahora se habría sumergido en aguas del Ártico tras su posible implicación en el sabotaje de los gasoductos Nord Stream, según distintas fuentes extraoficiales.
El torpedo nuclear fue presentado en 2018 por Rusia como la vía para garantizar la supremacía militar rusa, aunque los expertos nucleares han argumentado que se puede lograr el mismo efecto con un misil intercontinental como los que están en funcionamiento desde la década de 1960.
Estados Unidos ha activado la red de satélites para hacer el seguimiento de torpedos que aprovecha el gran calor que desprenden los proyectiles cuando se activan. Pero no son capaces de detectarlos bajo el mar.
El «Belgorod» tiene 184 metros de eslora y 15 de manga y puede viajar a unos 60 kilómetros por hora bajo el agua. Se estima que puede pasar hasta 120 días sin tener que regresar a la superficie.
El Poseidón podría destruir puertos y ciudades costeras. Algunos expertos temen que los torpedos de la nave puedan detonarse bajo el agua para causar un tsunami radiactivo y afectar las ciudades costeras con olas de casi 100 metros de altura.
El enorme buque depende de la secreta Dirección Principal de Investigación Submarina de Rusia, y se cree que es fundamental para la operación de recopilación de inteligencia de ese país.
Los comandantes del submarino informan directamente al presidente Vladimir Putin en lugar de a los altos mandos navales del país, por lo que se considera que el Belgorod se parece más a una agencia de inteligencia de aguas profundas que a un submarino convencional. (Infobae)