El sistema electoral galo lleva a los votantes a depositar la confianza en un candidato hasta en dos ocasiones. En la primera ronda, si uno de los candidatos suma más del 50 % de los votos se le consideraría directamente ganador de las elecciones. Sin embargo, se trata de una situación que hasta la fecha no se ha dado nunca.
Si ningún candidato recibe más del 50 % de votos en primera votación, se debe celebrar una segunda vuelta electoral con los dos candidatos más votados.
Esto es lo que ha ocurrido en la votación celebrada el pasado 10 de abril, donde Macron (27,6 %) y Le Pen (23,41 %) fueron los dos candidatos más respaldados.
En la segunda votación, quien obtenga más votos será quien acceda al Palacio del Elíseo, sede de la presidencia de la República francesa.
El proceso de elección para presidir el país está abierto a todos los ciudadanos, no resulta necesario representar a un partido y requiere solo 500 firmas de apoyo por parte de funcionarios públicos locales. La única condición de este aval es que debe presentarse en representación de 30 organismos diferentes.
De esta manera, el electorado galo celebra dos campañas independientes tanto para elegir al presidente de Francia como para convocar los componentes legislativos de la Asamblea Nacional y a su primer ministro.
Tradicionalmente en esta segunda ronda las diferencias entre un candidato y otro suelen ser mucho mayores al concentrarse la elección en dos únicas opciones. Hay que tener en cuenta que los candidatos que no han obtenido el respaldo suficiente para la segunda vuelta, suelen pedir el voto para uno de los dos finalistas, muchas veces para impedir que gane el otro.
Por lo que respecta a las elecciones a la Asamblea Nacional de Francia también tiene su forma uninominal y cada circunscripción elige a su representante.
En total, 578 diputados. Mientras que el Senado lo conforman con un sistema indirecto 348 senadores. A los tres años, el 50 % de ellos son renovados de sus puestos. (El Mundo – España)