Detectada en la constelación Ophiuchus, ésta ha sido la última supernova observada hasta la fecha en nuestra propia galaxia a una distancia no superior a 6 kiloparsecs, esto es, alrededor de 20.000 años luz de la Tierra. Se podía ver a simple vista y en el momento de máxima luminosidad, era más brillante que cualquier estrella (a excepción del Sol) o planeta (a excepción de Venus) en el firmamento, con una magnitud aparente de -2.5.
El astrónomo germano Johannes Kepler la observó por primera vez el 17 de octubre. El estudio que hizo sobre ella fue tan extenso que posteriormente se la conoció por su nombre. Su libro sobre el tema se llamó ‘De Stella nova in pede Serpentarii’ (Acerca de la nueva estrella en el pie del portador de la Serpiente), informa Wikipedia.
Fue la segunda supernova en ser observada en una generación (después de SN 1572 en la constelación de Casiopea). Ninguna otra supernova que haya ocurrido en nuestra galaxia ha sido observada desde entonces, aunque se han observado otras supernovas fuera de la Vía Láctea.
El remanente que resultó de esta supernova — en la imagen de arriba– se considera un objeto típico en su clase y sigue siendo objeto de gran estudio en astronomía. (Europa Press)