Madrid.- España clasificó ayer a La Palma como zona catastrófica, una medida que activará la ayuda financiera para la isla, donde una erupción volcánica ha destrozado edificios y arrasado cultivos en los últimos nueve días.
El Gobierno anunció un primer paquete de 10,5 millones de euros (12,30 millones de dólares), que incluye unos 5 millones de euros para la compra de viviendas, y el resto para la adquisición de muebles y enseres domésticos de primera necesidad, dijo el martes a la prensa la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez.
Desde el 19 de septiembre, la lava ha descendido lentamente por el flanco occidental del volcán hacia el mar, destruyendo casi 600 casas, así como iglesias y plantaciones de plátanos en La Palma, situada junto a Tenerife, en el archipiélago canario frente a la costa norteafricana.
Miles de personas han sido evacuadas y tres pueblos costeros fueron confinados el lunes ante la posibilidad de que la lava llegue al océano Atlántico y libere gases tóxicos.
Pero las autoridades no pueden determinar si la roca fundida llegará al mar y cuándo lo hará, ni cuánto durará la erupción. Durante varias horas en la jornada del lunes, la erupción se redujo hasta casi detenerse antes de volver a comenzar por la tarde.
«Seguimos a la espera de lo que quiera hacer el volcán», dijo Miguel Ángel Morcuende, director del comité de respuesta del Pevolca. «Cuando la lava llegue al mar, habrá que respetar estrictamente el cierre».
Sin embargo, los bañistas de la playa de Tazacorte, a pocos kilómetros de la probable zona de impacto, permanecían tranquilos.
«No tengo miedo (…) La playa le relaja a uno», dijo a Reuters María Lourdes, que vivió la última gran erupción de La Palma en 1971, mientras algunos bañistas y familias con niños pequeños paseaban por la arena negra.
Más hacia el interior, un residente que fue evacuado la semana pasada del pueblo de Tacande de Arriba estaba encantado de encontrar su casa todavía en pie y sus gatos ilesos.
«Es una buena sensación, una sensación fantástica», dijo Gert Waegerle, de 75 años, que huyó el viernes con sus cinco tortugas ante el avance de la lava, pero tuvo que dejar a los gatos atrás.
«Estoy súper contento porque al final todo salió bien». (Reuters)