La decisión de la Fiscalía de la Ciudad del Vaticano sigue «las peticiones realizadas por la familia en diferentes sedes judiciales», informaron ayer a EFE fuentes del estado pontificio.
La abogada de la familia Orlandi, Laura Sgrò, presentó denuncias en 2018 y 2019 y diversas instancias hasta el año pasado, pero desconoce la razón que ha motivado la reapertura de las pesquisas y espera reunirse pronto con el promotor vaticano, Alessandro Diddi.
La defensora, en conversación con esta agencia, aseguró que «nadie» les ha avisado y que se ha enterado por la prensa.
Y no excluye que la nueva investigación se produzca después de recabar nuevas pruebas sobre el caso, recogido recientemente por la serie de Netflix «Vatican Girl» o con numerosos libros.
El reciente documental de Netflix de cuatro episodios explora distintos escenarios y proporciona además un nuevo testimonio de una amistad que afirma que Emanuela le había dicho una semana antes de desaparecer que un clérigo de alto rango del Vaticano le había hecho insinuaciones sexuales.
La Fiscalía vaticana archivó en abril de 2020 la investigación sobre la búsqueda de eventuales restos de la muchacha en el cementerio alemán de la Ciudad del Vaticano.
Orlandi era una ciudadana vaticana -su padre era un empleado de la Santa Sede- que desapareció el 22 de junio de 1983 con 15 años cuando volvía a casa tras sus clases de música en Roma.
Emanuela, aficionada a la música y de rostro angelical, desapareció sin que se supiera nada sobre ella. Su familia, desesperada, hizo llamados de todo tipo para intentar descubrir dónde se encontraba. Qué había pasado con ella. Su padre era Ercole Orlandi, quien trabajaba en la «secretaría particular del Santo Padre», de acuerdo con lo que en su momento dijo el abogado de la familia, Egidio Gennardo. El letrado debió desmentir las versiones que decían que el hombre en verdad era un agente secreto vaticano.
El suceso suele reaparecer a menudo en el debate público y sigue suscitando un enorme interés en Italia porque, cuarenta años después, nadie conoce el paradero de la chica, mientras se acusa a la mafia, a servicios de inteligencia o incluso a la Curia Romana.
Su desaparición, de hecho, ha estado rodeada de numerosas teorías, desde la implicación de hombres de la Curia, hasta la «Banda de la Magliana», la mafia de Roma, o incluso el terrorista turco que atentó en 1981 contra Juan Pablo II, Ali Agca.
Las teorías se multiplican. Vinculan el caso no solo con el magnicida turco, sino que también con el escándalo del Banco Ambrosiano. Roberto Calvi, «el banquero de Dios», estaba en la mira de los mafiosos que cayeron en el fraude bancario. Calvi fue asesinado. Su cuerpo apareció el 18 de junio de 1982 colgando del puente Blackfriars, en el distrito financiero de Londres. Antes había sido el intento de asesinato al Papa. Y ahora el secuestro de una niña en el corazón de la Iglesia Católica.
Como si fuera poco, el caso de Emanuela irrumpió en medio del secuestro de otra adolescente, Mirella Gregori. Caso que también quedó envuelto en el misterio.
El jefe del grupo mafioso Banda della Magliana, Enrico De Pedis, fue señalado por su ex amante Sabrina Minardi de haberla secuestrado. La mujer confesó en 2005 que ella misma participó del operativo. Fue ella quien la introdujo en el vehículo que luego la llevaría a su destino final. De Pedis nunca fue acusado formalmente, aunque siempre estuvo en el ojo de la investigación.
El hermano de la muchacha, Pietro Orlandi, expresó en la televisión pública RAI su deseo de que «se pueda empezar desde el principio» con las indagaciones que tengan en cuenta las últimas pruebas e indicios emergidos.
La familia de Emanuela Orlandi lleva casi cuarenta años buscando de forma incansable a la muchacha y las autoridades vaticanas han accedido en los últimos tiempos a abrir ciertos espacios en busca de eventuales restos, aunque sin éxito.
En 2012, la familia pidió una investigación cuando se encontraron restos óseos sin identificar al lado de la tumba en la basílica de San Apolinar de Enrico De Pedis.
En julio de 2019, el Vaticano abrió las tumbas de dos princesas alemanas en el cementerio teutónico del vaticano después de que la familia recibiera una carta anónima con una foto del panteón y el mensaje «busquen donde apunta el ángel». Las tumbas estaban vacías.
Meses antes, también se analizaron algunos huesos hallados en el sótano de la nunciatura (embajada) de la Santa Sede en Roma, pero finalmente se determinó que eran más antiguos.
También un fotógrafo y asesino, Marco Accetti, confesó en 2013 haber participado junto a De Pedis del secuestro y homicidio de Emanuela. Su versión coincidió con la de Minardi. El hombre también formó parte de otros secuestros y fue detenido en reiteradas oportunidades. Incluso del crimen de José Garramon, el hijo de 12 años del embajador uruguayo en Italia ocurrido en 1983.
Por otra parte, la abogada de la familia y el hermano de Orlandi anunciaron el mes pasado una nueva iniciativa para crear una comisión parlamentaria que investigue el caso.
Tres iniciativas presentadas previamente ante el Parlamento italiano no lograron despegar, pero la abogada y el legislador de oposición Carlo Calenda argumentaron que el Vaticano no podía cerrar el caso con tantas preguntas sin respuesta.
En declaraciones a RaiNews24 el lunes, Pietro Orlandi calificó la decisión de Diddi como un «paso positivo» de que el Vaticano aparentemente cambió de parecer, dejó atrás su oposición y ahora revisará el caso desde el principio. (Con información de EFE y AP)