La séptima ronda de conversaciones en Viena es la primera con delegados enviados por el presidente antioccidental de Irán, Ebrahim Raisi.
Su elección en junio provocó un paréntesis de cinco meses en las conversaciones, lo que generó sospechas entre funcionarios estadounidenses y europeos de que Irán está ganando tiempo mientras avanza en su programa nuclear.
La delegación iraní, bajo el mando del negociador Ali Bagheri Kani, ha propuesto cambios radicales al texto negociado en rondas anteriores, según los diplomáticos. Funcionarios europeos se han opuesto a las modificaciones propuestas en un texto minuciosamente redactado que, según ellos, está terminado en un 70-80 %.
«Hace más de cinco meses, Irán interrumpió las negociaciones. Desde entonces ha acelerado su programa nuclear. Esta semana, ha dado marcha atrás en los avances diplomáticos realizados», señalaron funcionarios de alto rango de Francia, Gran Bretaña y Alemania en un comunicado.
«No está claro cómo pueden cerrarse estas nuevas brechas en un plazo realista», añadieron.
Las tres potencias europeas expresaron su «decepción y preocupación» por las exigencias de Irán, algunas de las cuales, dijeron, son incompatibles con los términos del acuerdo o van más allá de ellos.
El acuerdo de 2015 impuso límites estrictos a las actividades de enriquecimiento de uranio de Irán, demorando lo que necesitaría para producir suficiente material fisible para una bomba nuclear, si así lo decidía, a por lo menos un año, desde unos dos o tres meses.
La mayoría de los expertos dicen que ese período es ahora más corto que antes del acuerdo.
Irán niega estar buscando armas nucleares y afirma que sólo quiere dominar la tecnología nuclear con fines pacíficos.
A cambio de las restricciones nucleares, el acuerdo levantó una serie de sanciones internacionales contra la República Islámica. (Reuters)