“La infancia yazidí sigue viviendo con miedo por lo que ellos y sus familias experimentaron a manos de Estado Islámico, y por lo que experimentan en su vida diaria ahora. Se les siguen negando sus derechos fundamentales como niños”, ha expresado el director interino de Save the Children, Rizgar Aljaff.
Así, ha explicado que “la atención y el apoyo urgentes que necesitan para ayudar a procesar su trauma y sanar siguen faltando de forma flagrante”. “Muchos niños y niñas siguen desaparecidos. Si nada cambia, los impactos del genocidio en la infancia yazidí sólo se harán más profundos cada día que pasa”, ha agregado.
En una nueva investigación que ha involucrado a 117 menores –que han experimentado las consecuencias del “genocidio” infantil en la región–, Save the Children se hace eco de las necesidades de estos menores, que siguen experimentando inseguridad, así como de su derecho a la educación.
Los menores han relatado a la ONG que sienten miedo de posibles secuestros y otro tipo de violencias, reclutamiento por parte de grupos armados, a poder perder a un miembro de su familia o a ser separados de sus seres queridos.
Uno de los grandes escollos que enfrentan estos menores son las barreras lingüísticas, ya que muchos de ellos han olvidado su kurmanji nativo o nacieron en cautiverio y nunca lo aprendieron, lo que dificulta la conexión con sus familias y la reintegración en sus comunidades.
Asimismo, los niños y niñas yazidíes sufren de trastornos de estrés postraumático y depresión y han denunciado que los servicios disponibles no cubren sus necesidades urgentes ante los grandes dramas que vivieron en su pasado.
Otra de las trabas es la falta de documentación civil, que impide a estos menores que vayan a la escuela, lo que niega su derecho a la educación. Hay que recordar que muchos de estos edificios fueron bombardeados o destruidos, por lo que la falta de material es notable.
Muchos de ellos, al no estar registrados, no pueden acceder a servicios básicos como el sanitario. Los niños y niñas nacidos en cautiverio se enfrentan a retos aún mayores, ya que en Irak se exige una prueba de paternidad para la inscripción de los padres no casados. De no ser así, el niño es registrado como musulmán, lo que lo convierte en no yazidí tanto legal como culturalmente, estigmatizándolo aún más.
Finalmente, ha pedido “medidas para garantizar que los niños yazidíes reciban justicia y reparación por las graves violaciones, los crímenes contra la humanidad y los crímenes de guerra perpetrados contra ellos”. (Europa Press).