Con el 13,48% de las urnas computadas, Figueres, mandatario durante 1994 y 1998 y abanderado del Partido Liberación Nacional (PLN), recogía el 30,29% de los votos mientras que el conservador Alvarado, quien también pasó a la segunda vuelta en los comicios pasados, recibía el 17,93% del apoyo.
Más atrás figuraban el economista Rodrigo Chaves, que sumaba el 15,56% de las preferencias y la exvicepresidenta conservadora Lineth Saborío, con el 14,97% de los votos. A la contienda acudieron 25 candidatos -todo un récord- pero ninguno logró sumar el 40% de apoyo requerido para evitar la segunda vuelta.
Un 55,04% de los poco más de 3,5 millones de costarricenses acudieron a las urnas en una jornada marcada por la indecisión hasta último momento. Según encuestas, un tercio no había decidido su voto para suceder al progresista Carlos Alvarado para el período 2022-2026.
«Son muchas opciones, pero no han respondido a la necesidad de fuentes de trabajo», dijo Rosemary Chaves, dueña de una pequeña tienda de comestibles en Puntarenas, la ciudad más grande y poblada del Pacífico costarricense. «Mucha gente está molesta», agregó.
En el último cuarto de siglo, Costa Rica ha tenido un crecimiento sostenido de su Producto Interno Bruto (PIB), altos indicadores de desarrollo humano y cobertura universal de salud, en medio de una de las democracias más «plenas» del continente, según The Economist.
Sin embargo, aunque en el aspecto político el país sigue siendo un oasis en la región, su modelo económico empezó a mostrar grietas evidenciadas por la pandemia del coronavirus, en especial, para los jóvenes y las clases menos favorecidas.
Según encuestas, las mayores preocupaciones de los costarricenses son el desempleo (situado en 14%) y el manejo de la economía, junto con la corrupción, que salpicó al saliente Alvarado, cuyo partido (PAC) recibía menos del 1% del respaldo. (Reuters)