Adís Abeba.- El conflicto desatado en la región etíope de Tigray (norte) cumplió ayer un año en un momento en el que el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) ha logrado repeler la ofensiva del Ejército y ha obtenido incluso avances en regiones adyacentes, lo que hace temer una expansión de la guerra a nivel nacional.
El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, dio orden de lanzar la ofensiva el 4 de noviembre de 2020 en respuesta a un ataque perpetrado por el TPLF, que entonces gobernaba en Tigray, contra la principal base del Ejército en la capital regional, Mekelle.
El ataque y la posterior ofensiva fueron la materialización de las tensiones entre el grupo -el partido fuerte dentro de la coalición Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), que gobernó desde 1991 y el Gobierno central, encabezado desde 2018 por Abiy.
Si bien las disputas empezaron en la vía política, dieron un drástico giro hacia la violencia el 3 de noviembre de 2020 con el ataque en Mekelle, lo que hizo saltar las alarmas internacionales ante el riesgo de que el conflicto desestabilizara el país y la totalidad del Cuerno de África.
Ante estos temores, Abiy afirmó el 9 de noviembre que la operación «está destinada a garantizar la paz y la estabilidad» y recalcó que «las preocupaciones sobre un descenso al caos por parte de Etiopía son infundados y el resultado de no entender profundamente el contexto».
Sin embargo, el conflicto entra en su primer aniversario con el TPLF aún con el control de Tigray y con avances en Afar y Amhara, mientras que ha establecido lazos con el grupo rebelde Ejército de Liberación Oromo (OLA), que también ha lanzado ataques en Oromía.
Las tensiones entre el Gobierno central y el TPLF se retrotraen a la llegada de Abiy al poder en abril de 2018 tras la dimisión de Hailemariam Desalegn tras dos años de protestas por parte principalmente de miembros de las comunidades oromo y amhara.
Abiy, primer miembro de la comunidad oromo en ocupar el cargo, inició reformas y anunció decisiones consideradas por el TPLF como un intento de reducir su poder político y como una venganza contra altos cargos del grupo que estuvieron en el anterior Ejecutivo.
Así, inició el desmantelamiento del EPRDF, integrado por cuatro partidos de corte étnico y sustituido por el Partido de la Prosperidad –en el que no está integrado el TPLF–, y activó un acercamiento con Eritrea que derivó en un acuerdo de paz con el presidente eritreo, Isaias Afewerki, enemigo acérrimo del grupo tigriña.
Estas medidas, aplaudidas internacionalmente, se vieron seguidas de un repunte de las tensiones interétnicas que dejaron cientos de muertos, situación achacada por Adís Abeba a una campaña de desestabilización por parte del TPLF a través de grupos asociados, entre ellos el OLA.
Finalmente, el aplazamiento de las parlamentarias en dos ocasiones por la inseguridad y la pandemia fue visto por el TPLF como un intento de Abiy de consolidarse en el poder sin pasar por las urnas -especialmente tras la prórroga de su mandato por parte del Parlamento hasta la celebración de la votación-, por lo que optó por cortar lazos con Adís Abeba y celebrar comicios por su cuenta en la región.
En este contexto, el TPLF llevó a cabo el 3 de noviembre de 2020 un ataque contra la principal base del Ejército en Mekelle que se saldó con un gran número de militares muertos y la captura por parte del grupo de un importante arsenal con el que, según Abiy, buscaba avanzar hacia Adís Abeba.(Europa Press)