Cuba había logrado algunos avances el fin de semana en el combate a las llamas, con la ayuda de México y Venezuela, pero el domingo por la noche comenzó a propagarse el fuego desde el segundo tanque, que se derrumbó, dijo Mario Sabines, gobernador de la provincia de Matanzas, a unos 130 kilómetros al este de La Habana.
En Matanzas está ubicada la principal terminal petrolera de Cuba y su mayor puerto para recibir crudo y combustibles importados. El crudo pesado cubano, así como el fuel oil y el diésel almacenado en Matanzas, se utilizan principalmente para generar electricidad en la isla.
Sabines comparó la situación con una «antorcha olímpica» que va de un tanque a otro, convirtiendo cada uno en un «fogón» y ahora abarcando el área que cubre los tres tanques, con llamas y humo negro que hace que la situación sea «muy compleja».
En reiterados esfuerzos para controlar el siniestro, helicópteros del Ministerio de Defensa de Cuba continuaban el lunes los envíos de agua de mar sobre los tanques y una potente bomba se ha instalado, en la que trabajan expertos locales, de México y Venezuela.
Los residentes han seguido de cerca los acontecimientos por temor a que empeore la situación.
«Oh, Dios mío, sin luz y sin gas, eso es lo que esto significa», indicó la cubana Pía Ferrer en un barrio de lujo de La Habana. (Reuters)