La madrugada de ayer, cientos de nicaragüenses y hondureños salieron desde una terminal de autobuses en la norteña ciudad San Pedro de Sula rumbo al puesto fronterizo Corinto, a unos pasos de Guatemala, a donde empezarían a llegar por la tarde.
Si lograran avanzar, aún deben recorrer más de 2,500 kilómetros de peligrosas vías hasta alcanzar la frontera con Estados Unidos. En su largo trayecto, los migrantes suelen ser víctimas de los traficantes de personas, quienes los transportan en camiones abarrotados y con poca ventilación.
«Nos vamos porque en este país no hay trabajo, la educación y la salud son deplorables en Honduras, por eso tenemos que buscar un mejor futuro en otra parte», dijo al canal 5, Vanessa Cáceres, una mujer que caminaba con su esposo y dos hijas menores de edad.
En imágenes transmitidas por las televisoras HCH y Canal 5 se podía apreciar a los migrantes, en su mayoría jóvenes, cargando mochilas a cuestas y mujeres con niños. Algunos medios locales hondureños reportaron al menos 1,000 personas en la caravana, mientras que autoridades de Guatemala aseguraron que la integraban 110 personas.
La crisis en Nicaragua, que empezó en 2018 tras la violenta represión a una ola de protestas antigubernamentales, ha obligado a decenas de miles a buscar un mejor futuro afuera. En 2021, Costa Rica recibió un récord de 53.000 solicitudes de refugio por parte de nicaragüenses. El año pasado, Estados Unidos y México reportaron cifras récord de migrantes.
Por su parte, en Honduras la pobreza se incrementó para alcanzar al 62% de la población, según cifras oficiales, luego de que la economía sufriera una recesión en 2020 aupada por la pandemia del coronavirus y dos potentes huracanes.
La izquierdista Xiomara Castro, quien asumirá la presidencia de Honduras a fines de enero, ha prometido generar empleo, apoyar a las microempresas y atraer inversión para desestimular la migración, agravada por la extendida corrupción pública. (Reuters)