Datos preliminares de la agencia nacional de investigación espacial INPE mostraron que aproximadamente 877 kilómetros cuadrados de la selva brasileña fueron talados el mes pasado, un aumento del 5 % respecto octubre de 2020.
Fue el mayor avance de la deforestación para un mes de octubre desde que comenzó el sistema de monitorización actual en 2015.
Brasil está haciendo esfuerzos en la cumbre de cambio climático de Naciones Unidas (COP26) por mostrar que ha intensificado la regulación de la actividad de tala en la Amazonía y ha prometido acabar con la práctica ilegal para el 2028, dos antes que su objetivo previo.
Pero científicos, diplomáticos y activistas dicen que esas promesas son vacías porque la deforestación se ha intensificado hasta sus peores niveles desde el 2008, en medio de la política del Gobierno en favor de una mayor actividad minera y agrícola en la Amazonía.
«Los anuncios del Gobierno no están cambiando una realidad en la que Brasil pierde selva», dijo Ane Alencar, directora científica del Instituto de Investigación Ambiental del Amazonas, en la COP26 en Glasgow.
«El mundo sabe dónde se encuentra Brasil y este intento por mostrar un país diferente no es convincente porque los datos satelitales muestran claramente la realidad», declaró.
Un representante de medios de la delegación de Brasil en la COP26 se negó a comentar de inmediato.
Bolsonaro ha moderado el tono respecto a temas ambientales desde la llegada a la Casa Blanca del presidente demócrata Joe Biden y en dos ocasiones este año -una en Washington y otra en la Asamblea General de la ONU en Nueva York- prometió acabar con la deforestación ilegal.
Sin embargo, durante el mandato de Bolsonaro se han producido recortes de personal en agencias ambientales, se interpusieron obstáculos a la implementación de las leyes de protección y conservación y se lanzó una intervención militar para acabar con operativos contra la tala en la Amazonía. (Reuters)