El último cuerpo localizado, el de un varón, apareció ayer a primera hora arrastrado por la marea a una playa cercana al lugar donde se produjo el naufragio el domingo de madrugada.
Las autoridades estiman que aún quedan varias decenas de personas desaparecidas, ya que de los 200 migrantes que supuestamente viajaban en la embarcación hundida sólo fueron recuperados 81 supervivientes. Los servicios de búsqueda mantienen día y noche las operaciones de rastreo en la zona.
Al menos cuatro personas fueron detenidas por su presunta responsabilidad en el tráfico de migrantes.
ATENCIÓN PSICOLÓGICA
Médicos Sin Fronteras (MSF) ofrece atención psicológica a los supervivientes, en su mayoría afganos. “Están muy traumatizados. Todos perdieron a alguien”, explica la psicóloga Mara Eliana Tunno, que cita como ejemplo el caso de un adolescente de 16 años que perdió a su hermana en la travesía y no encuentra la fuerza para decírselo a sus padres.
Entre los supervivientes también esta un niño de doce años que perdió a toda su familia u otro menor que vio morir de hipotermia a su hermano, de seis años, cuatro horas después del naufragio, ocurrido supuestamente a unos 150 metros de la costa.
El coordinador de proyectos de MSF, Sergio Di Dato, afirmó que “este trágico naufragio es un doloroso recordatorio de cómo las políticas migratorias restrictivas no impedirán que personas desesperadas huyan”. “La gente seguirá arriesgando su vida porque a menudo no tienen otra opción”, agregó.
La ruta del Mediterráneo central acumula desde 2014 más de 20.500 fallecidos, entre ellos al menos 284 sólo en lo que va de año, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). MSF es una de las ONG implicada en tareas de búsqueda en la zona, aunque su barco, el ‘Geo Barents’, fue interceptado y multado por las autoridades italianas, que cuestionan la labor de este tipo de organizaciones. (Europa Press).