Puerto Príncipe.- El número de muertos por el devastador terremoto de magnitud 7,2 que sacudió Haití se elevó a 724 ayer, mientras los equipos de rescate luchaban por encontrar sobrevivientes enterrados bajo los escombros y los hospitales lidiaban para hacer frente a miles de heridos, en momentos en que una tormenta tropical se cernía sobre la nación caribeña.
El sismo destruyó cientos de casas y edificios en una país que se recupera aún de otro terremoto de hace 11 años y vive agitada tras el asesinato de su presidente el mes pasado.
El suroeste de Haití fue el más afectado, sobre todo la región de la ciudad de Les Cayes y sus alrededores. Jerry Chandler, director de la Agencia de Protección Civil de Haití, dijo que el número de víctimas del desastre aumentó a 724, mientras que 2.800 personas resultaron heridas.
Iglesias, hoteles, hospitales y colegios quedaron gravemente dañados o destruidos, mientras que los muros de una prisión se resquebrajaron por los violentos movimientos sísmicos que convulsionaron Haití.
El desafío que enfrenta el país se ha visto exacerbado por la pandemia, las dificultades económicas agravadas por la feroz violencia de las pandillas y la crisis política que se ha apoderado de la atribulada nación después del asesinato del presidente Jovenel Moise el 7 de julio.
«Debemos trabajar juntos para brindar respuestas rápidas y efectivas a esta situación extremadamente grave», dijo el primer ministro de Haití, Ariel Henry, que se desplazó a Les Cayes.
El gobierno también hizo un llamado a las organizaciones de ayuda para que no establezcan campamentos improvisados y les pidió trabajar a través del Ministerio de Planificación, en un aparente intento de evitar los errores cometidos tras el devastador terremoto de 2010 que mató a decenas de miles de personas.
Floris Nesi, un médico que se dirige a ayudar en los esfuerzos de socorro, dijo que la tragedia ha golpeado a los haitianos en un momento de agitación económica y política, lo que hace que muchos de ellos sean aún más vulnerables que en 2010. «Así que necesitamos ayudar a la gente más que después del terremoto anterior», dijo a Reuters en el aeropuerto de Puerto Príncipe.
Las operaciones de rescate se complicarán con la llegada de la tormenta tropical Grace, que golpeará Haití el lunes con fuertes precipitaciones. También es posible que haya marejadas ciclónicas, dijo el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC).
En el Vaticano, el Papa Francisco instó a las naciones a enviar ayuda rápida. «Que la solidaridad de todos alivie las consecuencias de la tragedia», dijo a los peregrinos y turistas en su bendición dominical en la Plaza de San Pedro.
Estados Unidos envió suministros vitales y desplegó un equipo de 65 personas para realizar labores de búsqueda y rescate con equipos especializados, dijo Samantha Power, administradora de la Agencia para el Desarrollo Internacional.
Algunos haitianos dijeron que pasaron la noche del sábado durmiendo al aire libre, traumatizados por los recuerdos del terremoto de magnitud 7 de 2010, que golpeó mucho más cerca de la capital, Puerto Príncipe.
Imágenes publicadas en las redes sociales mostraron a los residentes metiendo sus manos en estrechas aberturas en pilas de mampostería derrumbada para sacar a personas bajo los escombros de las paredes y los techos desplomados.
El acceso a las áreas más afectadas era complicado por un deterioro de la seguridad que ha dejado las carreteras de acceso clave en partes de Haití en manos de bandas, aunque informes no confirmados en las redes sociales sugirieron que dejarían pasar la ayuda. (Reuters)