El hombre, de 28 años, se había escapado en moto de una cárcel de mínima seguridad, en la que estaba preso por homicidio, y desde entonces, se desconocía cuál era el paradero del condenado. Al menos hasta hace días, cuando Alberti se entregó a la policía de San José, el departamento de Uruguay en el que estaba procesado.
Pocas horas después de entregarse, la fiscal de San José Serrana Corsino llegó a un acuerdo abreviado, que implica un reconocimiento del delito a cambio de una pena menor, con Alberti por la fuga, informó El Observador. El hombre reconoció un delito de “autoevasión” y deberá pasar ocho meses en prisión preventiva en el Penal de Libertad, una de las cárceles de máxima seguridad de Uruguay.
El ministro del Interior de Uruguay, Luis Alberto Heber, destacó la actuación del Poder Judicial en este caso. El jerarca dijo que en la cárcel anterior, de la que se escapó, Alberti tenía la posibilidad de rehabilitarse estudiando y trabajando, pero que ahora la reclusión será “mucho más segura”.
Consultado sobre si se va a indagar el vínculo con Marset, Heber contestó que supone que la fiscal y el juez le preguntarán por este tema. Y recordó que el narcotraficante está requerido internacionalmente por Paraguay y no por Uruguay.
Alberti era parte de la organización de Marset, según la información difundida por la policía boliviana -y consignada en el medio uruguayo- había ingresado a Bolivia con un documento falso a nombre de Ademar Cheneibo Arauz, una persona ya fallecida. Hasta que el narcotraficante fue detenido en Dubái, su nombre no figuraba en las investigaciones realizadas por la inteligencia paraguaya, por lo que se estima que el cuñado se integró al círculo de Marset cuando este se instaló en Bolivia.
La fuga de Alberti fue de la cárcel de Juan Soler, ubicada a unos 100 kilómetros de Montevideo en el departamento de San José.
Cuando las autoridades de la cárcel vieron que no regresaba, montaron un operativo en la zona del que participaron distintas unidades policiales, pero nunca lo pudieron encontrar. Una investigación del Instituto de Rehabilitación –el organismo a cargo de las cárceles– asegura que el hombre no tenía autorización para salir del centro penitenciario y que era algo excepcional.
El día antes de la fuga de Alberti, su pareja, la hermana de Marset, había abandonado Uruguay en un vuelo comercial que partió hacia Brasil. (Infobae)