Amir Khalil y su equipo de rescate otearon el horizonte en busca del convoy mientras esperaban con preocupación en la frontera turca, en medio de un calor sofocante de 38 grados. Los nervios permanecerían hasta alcanzar un lugar seguro, llevando consigo a las víctimas traumatizadas y demacradas tras seis años de guerra civil en Siria.
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