La coordinadora de la ONU para la prevención de la hambruna, Reena Ghelani, y la responsable en funciones de la oficina humanitaria, Marie Helene Verney, creen que es momento de que «el mundo preste atención» a Sudán del Sur, donde se aglutinan una concatenación de crisis que incluyen situaciones de conflictos, problemas económicos y cambio climático.
A día de hoy, unas 25.000 personas están ya dentro de lo que se considera como un nivel catastrófico de hambre y su vida corre riesgo inmediato, pero en términos generales 7,1 millones de personas, el 56 por ciento de la población, sufre algún tipo de inseguridad alimentaria, el porcentaje más alto de todo el mundo.
«No podemos dejar que la gente se muera de hambre mientras miramos», advirtió Ghelani, que reclamó inversiones y soluciones «sostenibles y a largo plazo» para que Sudán del Sur pueda salir de la crisis actual y afrontar de forma más resiliente la que estén por venir.
En este sentido, Verney recordó que «Sudán del Sur está en primera línea del cambio climático», como lo demuestra el hecho de que el año pasado un millón de personas sufrieron el impacto de inundaciones.
La ONU constató que, pese a los niveles crecientes de necesidades, la solidaridad internacional parece resentirse. Así, en 2023 Naciones Unidas y sus socios apenas recibió el 55 por ciento de los fondos requeridos, cuando en ejercicios previos la recaudación rondaba el 75 por ciento del total, lo que obliga por ejemplo a reducir raciones de alimento.
Para 2024, el plan de respuesta se marca como objetivo ayudar a seis millones de personas, lo que costará alrededor de 1.800 millones de dólares (unos 1.670 millones de euros). (Europa Press)