La Organización Internacional del Trabajo (OIT) proyecta que la tasa de desocupación se encontrará al cierre de 2023 en el 6,3%, con un rango entre 6,2% y 6,4%, al tiempo que prevé que la cifra se eleve entre el 6,5% y el 6,8% en 2024.
Así se desprende del informe de Panorama Laboral de 2023 para América Latina y el Caribe, que fue presentado ayer por la OIT y en el que se analizan los principales problemas de la región a nivel laboral.
Entre las conclusiones en positivo, se refleja que, casi cuatro años después de la irrupción de la pandemia del covid-19, la región en su conjunto exhibe una recuperación plena de la tasa de ocupación y desocupación, aunque una recuperación insuficiente de la tasa de participación.
Si se comparan los promedios de los tres primeros trimestres de 2022 con los de 2023, se observa una reducción de la tasa de desocupación de 7,4% a 6,5%, acompañada de un incremento de la tasa de ocupación de 57,9% a 58,2%. Mientras, la tasa de participación pasó de 62,5% a 62,3%.
Como resultado de la recuperación completa del empleo y de la recuperación parcial de la oferta laboral, la tasa de desocupación es significativamente más baja que en 2019.
Con todo, por países, en nueve de los 16 Estados que son analizados, la tasa de ocupación en el segundo trimestre de 2023 aún era inferior al valor registrado cuatro años antes. Mientras, en siete de los 16 países la tasa de participación económica en el segundo trimestre de 2023 había alcanzado o superado los niveles de igual trimestre de 2019.
CREACIÓN DE EMPLEO
INFORMAL
Uno de los asuntos que preocupan a la OIT es que la creación de empleo puede continuar estando sesgada hacia la generación de puestos informales, atendiendo al contexto de ralentización del crecimiento económico.
Según cifras actuales, en cinco de los once países con información la tasa de informalidad en el segundo o tercer trimestre de 2023 era similar o incluso más elevada que la observada en el cuarto trimestre de 2019.
A mediados de 2023, la tasa de informalidad en América Latina fue del 48%. Si bien es una cifra algo inferior al registro de 2019 (49%). No obstante, en la mitad de los países considerados la tasa de informalidad es aún mayor al valor promedio, alcanzando, en algunos casos, el 70% o más.
EL “TRABAJADOR
POBRE”, PÉRDIDA DE
PODER ADQUISITIVO
Por otro lado, la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos laborales hace que el fenómeno del ‘trabajador pobre’, que significa que las personas pueden vivir en situación de pobreza aun teniendo un empleo pueda seguir creciendo en la región.
Este escenario se debe a que los niveles de empleo en varios países retornaron a los valores prepandemia o están cercanos a ellos, pero el agregado de ingresos laborales y familiares reales aún es inferior que en aquel momento.
El panorama en materia de evolución de los ingresos reales del trabajo ha ido crecientemente complejizándose debido a la aceleración inflacionaria y a su impacto negativo sobre el poder adquisitivo de los salarios.
POLÍTICAS PARA
EL EMPLEO
En este escenario, la OIT esbozó algunas políticas con las que no sólo sostener el empleo formal, sino también apuntalar la creación de nuevas ocupaciones de este tipo en la región.
Entre otros, la organización valoró como «crucial» fortalecer las instituciones laborales, especialmente el salario mínimo y los mecanismos de negociación colectiva, dada la presión inflacionaria.
Finalmente, la OIT considera que es «imperativo avanzar decididamente» en la garantía de ingresos para aquellos más afectados por la pérdida del poder adquisitivo, en conjunto con la implementación de políticas activas en el mercado laboral. (Europa Press)