El cambio climático continúa con efectos graves sobre la salud y la mortalidad en todo el mundo, según un exhaustivo informe publicado por un equipo internacional de 114 investigadores.
Una de las conclusiones más crudas es que las muertes relacionadas con el calor de personas mayores de 65 años aumentaron un 85% desde la década de 1990, según un modelo que incorpora tanto el cambio de temperaturas como el demográfico. Las personas de este grupo de edad, junto con los bebés, son especialmente vulnerables a riesgos para la salud como los golpes de calor. Con el aumento de las temperaturas, las personas mayores y los bebés están expuestos al doble de días de olas de calor al año que entre 1986 y 2005.
El informe, publicado en la revista médica The Lancet, también hace un seguimiento de la pérdida estimada de ingresos y la inseguridad alimentaria. A escala mundial, la exposición al calor extremo y las consiguientes pérdidas de productividad o incapacidad laboral pueden haber provocado pérdidas de ingresos de hasta 863.000 millones de dólares en 2022. Y, en 2021, se estima que 127 millones de personas más experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave, vinculada a las olas de calor y las sequías, en comparación con 1981-2010.
“Hemos perdido años muy valiosos de acción climática y eso tuvo un enorme coste sanitario”, dijo Marina Romanello, investigadora del University College de Londres y directora ejecutiva del informe, conocido como The Lancet Countdown. “La pérdida de vidas, el impacto que experimentan las personas, es irreversible”.
Los indicadores de salud pública analizados en el informe disminuyeron en general a lo largo de los nueve años en que los investigadores elaboraron ediciones de la evaluación.
El análisis también examinó los resultados sanitarios de los distintos países, incluido Estados Unidos. Las muertes relacionadas con el calor de adultos mayores de 65 años aumentaron en un 88% entre 2018 y 2022, en comparación con 2000-2004. Se estima que 23,200 estadounidenses mayores murieron en 2022 debido a la exposición al calor extremo.
El trabajo afirma que un escenario de calentamiento de 2ºC respecto a la era preindustrial para final de siglo, las muertes vinculadas al calor pueden multiplicarse por 4,7 de cara a 2050.
Para los profesionales de la salud, las estadísticas no son abstractas o sin rostro.
“Estas cifras me recuerdan a los pacientes ancianos que veo en mi propio hospital con insolación”, dijo la Dra. Renee Salas, médico de urgencias del Hospital General de Massachusetts y de la Facultad de Medicina de Harvard.
La Dra. Salas es una de las coautoras del informe y afirmó que veía el proyecto como el seguimiento de las constantes vitales de un paciente, pero a escala nacional e internacional.
Los datos pueden ayudar a colmar una laguna de los responsables políticos federales.
“Disponemos de un conjunto limitado de indicadores sobre el cambio climático y la salud que se recopilan de forma rutinaria en Estados Unidos”, afirmó el Dr. John Balbus, director de la Oficina de Cambio Climático y Equidad Sanitaria del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. Balbus no contribuyó a este informe y no participa actualmente en The Lancet Countdown, pero anteriormente fue asesor científico del financiador del proyecto.
El Dr. Balbus advirtió que este informe mide sobre todo la exposición de las personas a los riesgos relacionados con el clima y no los resultados sanitarios reales, como las tasas de enfermedad. Para pasar de la exposición a los resultados sanitarios reales, es necesario invertir más en investigación.
Por primera vez, el Lancet Countdown de este año incluye proyecciones para el futuro. Según el informe, si la temperatura media mundial aumenta 2 grados centígrados con respecto a las temperaturas preindustriales, un futuro cada vez más probable a menos que la sociedad reduzca significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, el número de muertes anuales relacionadas con el calor aumentará un 370% a mediados de este siglo.
Al mismo tiempo, los investigadores señalan que la reducción de la contaminación por combustibles fósiles está resultando beneficiosa para la salud mundial. Las muertes por contaminación atmosférica relacionada con los combustibles fósiles disminuyeron un 15% desde 2005 y la mayor parte de esa mejora se debe a la menor contaminación por carbón que entra en la atmósfera.
El valor de The Lancet Countdown es su seguimiento continuo de los efectos del cambio climático en la salud mundial, sostiene Sharon Friel, directora del Planetary Health Equity Hothouse de la Universidad Nacional de Australia.
La Dra. Friel no participó en el informe, pero lo leyó y escribió un comentario al respecto.
El Dr. Howard Frumkin, antiguo ayudante especial del director para el cambio climático y la salud de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, manifestó que el informe era un valioso tablero de mandos, pero que las repercusiones climáticas que más le preocupaban no eran las obvias que se destacaban. Los investigadores y los responsables políticos deben prestar atención a los efectos sobre la salud de las personas desplazadas por el cambio climático y que emigran, dijo el Dr. Frumkin.
“Si estás recibiendo quimioterapia contra el cáncer, diálisis renal o tratamiento contra la adicción y tienes que mudarte de repente, eso es terriblemente perturbador y amenazador”, aseveró. El Dr. Frumkin no participó en el nuevo informe, pero fue coautor de ediciones anteriores.
A lo largo de los años, los expertos en salud que participan en este proyecto incluyeron más investigaciones sobre el uso continuado de combustibles fósiles, como causa fundamental de los problemas de salud.
“El diagnóstico de este informe es muy claro”, afirmó el Dr. Salas. “Seguir expandiendo los combustibles fósiles es temerario, los datos muestran claramente que amenaza la salud y el bienestar de todas las personas”.
Los investigadores señalan que los sistemas sanitarios, y otras infraestructuras sociales de las que depende la atención sanitaria, no se adaptaron con suficiente rapidez a nuestro nivel actual de calentamiento global.
“Si no hemos sido capaces de afrontarlo hoy, lo más probable es que no lo seamos en el futuro”, indica el Dr. Romanello.
Es probable que el informe se debata en la cumbre anual de las Naciones Unidas sobre el clima que se celebrará en los Emiratos Árabes Unidos, dentro de unas semanas. Este año la cumbre se centrará más en la salud humana.
UNO DE LOS PAÍSES MÁS AFECTADOS
La ciudad brasileña de Río de Janeiro enfrenta una ola de calor sin precedentes, con temperaturas que alcanzaron niveles récord, provocando situaciones extremas en las poblaciones más vulnerables.
En estos días la sensación térmica se elevó hasta los 59,7 grados centígrados, superando el récord anterior de 59,3°C registrado en Guaratiba.
El intenso calor llevó a decenas de bañistas a refrescarse en las playas, como las turísticas y emblemáticas Copacabana e Ipanema.
Gran parte del centro y el sureste de Brasil sufre desde hace varios días, temperaturas agobiantes y atípicas para la primavera austral.
Expertos coinciden en que los efectos son más agudos en los barrios más pobres, con una fuerte densidad de población y viviendas precarias separadas apenas por pasajes estrechos.
Dentro de las casas, sin aislamiento al calor y poco ventiladas, la situación solo empeora. “Se genera una sensación de sauna”, expresó André Candido, habitante de Rocinha.
Los residentes de Rocinha viven en casas bajas, de ventanas pequeñas y techos metálicos, “realmente no adecuadas para una condición de mucho calor” como la de la última semana, dice Denise Duarte, profesora de la facultad de Arquitectura y Urbanismo en la Universidad de Sao Paulo.
Brasil sufrió en los últimos meses el impacto del clima extremo que los expertos atribuyen al calentamiento y al fenómeno El Niño: altas temperaturas, una sequía histórica en el norte e intensas lluvias acompañadas de ciclones en el sur del país.
La intensa ola de calor tuvo consecuencias trágicas. Ana Clara Benevides, una joven estudiante de Psicología y fanática de Taylor Swift, murió a causa de un paro cardíaco provocado por la deshidratación y el calor extremo durante el recital del viernes.
Este incidente conmocionó a Brasil y llevó al gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva a tomar medidas, como permitir el ingreso de botellas de agua en los eventos para prevenir futuras tragedias.