El premier Netanyahu ordenó incrementar la cantidad de tropas en el sur libanés y dispuso redoblar las ofensivas sobre Beirut y los barrios aledaños para quebrar la resistencia armada de la organización terrorista financiada por Irán.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, profundiza la ofensiva en el sur del Líbano contra Hezbolá: ya desplegó cinco divisiones para atacar al grupo terrorista apoyado por Irán y ordenó a la Fuerza Aérea que multiplique los raids sobre Beirut y sus barrios aledaños, que son utilizados para acopiar armamento pesado, ejecutar operaciones de inteligencia y alistar a las milicias chiítas que marchan a enfrentar a las Fuerzas de Defensa de Israel.
En paralelo a la decisión militar del premier israelí, se anunció el traslado obligatorio de todos los habitantes que ocupen los 20 pueblos y ciudades que están por arriba del río Litani, el límite superior de la zona franca que dispuso las Naciones Unidas (ONU) en 2006.
Este movimiento migratorio, en una Franja que estaba bajo control absoluto del ejército libanés, explica el próximo movimiento bélico de Israel: avanzar contra Hezbolá en todo el sur del Líbano, sin importar la denominada Línea Azul ni la Buffer Zone, que estableció la ONU para evitar enfrentamientos armados entre las tropas israelíes y los terroristas a las órdenes de Teherán.
Desde esta perspectiva, también tiene sentido la decisión militar de establecer cinco divisiones en el sur del Líbano. Netanyahu había dispuesto tres divisiones en Gaza para enfrentar a Hamás, y ahora despliega casi el doble para estrangular a Hezbolá en territorio libanés.
La zona de combate en el sur del Líbano es más extensa que Gaza y su terreno muy desparejo. Asimismo, los terroristas de Hezbolá están mejor entrenados que los fedayines de Hamás, y tienen un arsenal más poderoso y sofisticado.
Anoche, en este escenario militar, las fuerzas israelíes atacaron 200 blancos de Hezbolá con el objetivo de implosionar sus túneles, destruir su armamento, desmantelar su cadena logística y avanzar hacia la zona franca (buffer) que estableció la ONU.
Esta operación nocturna, que tuvo apoyo de la inteligencia de los Estados Unidos, confirma que Netanyahu tiene una hoja de ruta que no terminará en la zona sur del Líbano, donde los terroristas chiítas establecieron una fuerte playa de operaciones para atacar a Israel con drones, misiles y cohetes antitanques (RPG).
Junto a la ofensiva terrestre, el Gabinete de Guerra de Israel resolvió multiplicar los raids sobre Beirut y sus barrios aledaños. Hace casi 20 años, la infantería israelí sufrió una fuerte situación de desgaste cuando avanzaba rumbo a la capital libanesa. Ahora, bajo la experiencia de esos años y el avance tecnológico, Israel optó por los ataques aéreos, naves de combate, misiles y drones, que tienen una probada eficacia.
Entonces, Hezbolá está apretada por una pinza que conjuga las operaciones terrestres y los movimientos aéreos sobre blancos ya determinados por la inteligencia local y la información clasificada que aporta el Pentágono.
Desde esta perspectiva, el Gabinete de Guerra de Israel dispuso un bombardeo constante sobre el cuartel general de Inteligencia de Hezbolá en Beirut, que complicó el sistema de toma de decisiones de la organización terrorista.
Este ataque sorpresivo desnuda las deficiencias del aparato militar de Hezbolá: no tiene datos propios para prevenir ataques y tampoco posee baterías de defensa antiaéreas que le permitan anular las acciones remotas de los drones, destruir los misiles enemigos o repeler los jets de última generación que parten desde territorio israelí.
Esa debilidad táctica de Hezbolá permitió que los aviones de guerra de Israel destruyeran las oficinas del sistema de medios de comunicación del grupo terrorista, que estaba ubicada en la zona de Muawad. En un raid combinado, Hezbolá perdió su inteligencia militar y su capacidad para ejecutar acciones psicológicas a favor de Irán y en contra de Israel. (Infobae, Tel Aviv)