«La eliminación por parte de Perú de sus municiones de racimo es un enorme logro de cara al cumplimiento de los términos de la Convención sobre Municiones de Racimo», manifestó la directora de incidencia de la división de armas de HRW, Mary Wareham.
Así, Wareham hizo un llamamiento para que los gobiernos internacionales se esmeren también en limpiar y destruir los restos de municiones de racimo en áreas contaminadas y ayudar a las víctimas de este tipo de armamento.
La Convención sobre Municiones de Racimo, de la que forman parte un total de 112 países, prohíbe completamente este tipo de municiones y exige la destrucción de arsenales, así como la limpieza de los restos y asistencia a víctimas.
Perú nunca llegó a fabricar ni utilizar municiones de racimo, pero las importó en el pasado antes de ratificar los acuerdos derivados de la Convención. El proceso de destrucción se inició en 2017 y culminó el pasado 15 de diciembre, según detalle HRW en un comunicado.
Perú se suma así a Bulgaria, Eslovaquia y Sudáfrica, países que a lo largo de 2023 anunciaron formalmente haber concluido con el proceso de destrucción de sus arsenales de municiones de racimo. Perú destruyó más de 2.000 municiones y casi 164.500 submuniciones.
De los 112 Estados que ratificaron la Convención sobre Municiones de Racimo, 43 declararon existencias de municiones en racimo que ahora destruyeron por completo, mientras que el resto nunca las tuvo o las destruyó antes de 2008.
En total, estos países destruyeron cerca de 1,5 millones de municiones y otros cerca de 180 millones de submuniciones de racimo. España, por su
parte, destruyó más de 6.800 municiones y otras casi 194.000 submuniciones.
Se estima que al menos 47 países que no firmaron ni ratificado la Convención sobre Municiones de Racimo almacenan reservas de estas armas, incluido Estados Unidos, China, Brasil, Corea de Norte, Corea del Sur o Egipto, entre otros.
Otros países como Israel, Rusia, Grecia, India, Irán, Pakistán, Polonia, Rumanía, Singapur o Turquía son directamente productores de municiones de racimo. A ambas categorías de países Wareham, instó a reconsiderar sus acciones a la luz del daño civil que causan.
«Los países que continúan produciendo, utilizando o transfiriendo municiones de racimo (…) deben adaptar sin demora sus políticas y prácticas a la prohibición internacional de las municiones de racimo», finalizó Wareham. (Europa Press)