Washington y Teherán no quieren que el conflicto en la Franja de Gaza derive en una guerra más amplia en la región, afirman funcionarios de ambas capitales.
Sin embargo, en las siete semanas que pasaron desde el ataque del 7 de octubre de Hamás contra Israel, las milicias respaldadas por Irán lanzaron más de 70 ataques con cohetes y aviones no tripulados, contra tropas de Estados Unidos en Irak y Siria. El Pentágono, por su parte, respondió con cuatro rondas de ataques aéreos en las que murieron hasta 15 personas, según funcionarios estadounidenses.
Responsables de seguridad nacional temen que un error de cálculo de los ataques en represalia, aunado a que cada bando cree que nadie quiere un enfrentamiento mayor, podría desencadenar exactamente eso: un conflicto regional, solo dos años después de que Estados Unidos terminara con 20 años de guerra en Medio Oriente y el sur de Asia.
Hasta ahora, ninguno de los ataques de represalia estadounidenses ocasionaron una escalada, ni siquiera el de la semana pasada en Irak, en el que murieron varios militantes de Kataeb Hezbollah, un grupo respaldado por Irán. El martes, el Pentágono declaró que los ataques habían disminuido, al menos de manera temporal; el más reciente sucedió el 23 de noviembre, el día previo al inicio de una pausa operativa en la guerra en Gaza.
No obstante, los mandos militares y las agencias de inteligencia estadounidenses siguen vigilando de cerca a Irán, así como a los grupos que respalda, entre los que se encuentran Hezbollah en Líbano, los hutíes en Yemen y las milicias en Irak y Siria. El miércoles, un buque de guerra de la Armada estadounidense localizado en el sur del Mar Rojo derribó un avión no tripulado proveniente de Yemen que, según un oficial militar estadounidense, suponía una amenaza para la embarcación.
Los funcionarios de Defensa consideran que Irán está utilizando los ataques de las milicias como una manera de advertirle a Estados Unidos, sobre lo que podría ocurrirles a las tropas y los intereses estadounidenses en la región si Israel extiende su campaña para enfrentar a Hezbollah o si Israel ataca el programa nuclear iraní, como sucedió en el pasado.
Israel y Hezbollah se enfrentaron en varias ocasiones a lo largo de la frontera norte de Israel con Líbano desde que comenzó la guerra. Un funcionario estadounidense afirmó que el gobierno de Biden quería que Israel «se apartara» de los enfrentamientos. Sin embargo, no dio más detalles sobre lo que la gestión del mandatario estaba haciendo para evitar que Israel iniciara una guerra en dos frentes.
El funcionario habló con la condición de mantener su anonimato para poder hablar de conversaciones privadas con funcionarios israelíes.
Desde los primeros días del conflicto, Teherán y Washington intercambiaron diversos mensajes en los que aseguran que ninguna de las partes quiere una escalada de la guerra, según declaró en una entrevista el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir Abdollahian.
«Comprendemos que Estados Unidos no quiera que la guerra se extienda, pero creemos que desea que la guerra se intensifique», dijo Amir Abdollahian. «Si Estados Unidos continúa con su apoyo militar, político y financiero a Israel y contribuye a gestionar los ataques militares de Israel contra civiles palestinos, deberá afrontar sus consecuencias».
Desde los atentados del 7 de octubre, los servicios de inteligencia le estuvieron informando al presidente Biden sobre el riesgo de una guerra más amplia con Irán. Durante semanas, las agencias de inteligencia consideró que Irán quiere evitar un conflicto más grande, una valoración que, al menos por ahora, sigue siendo válida.
Los funcionarios de Defensa estadounidenses, orientados por esos datos de inteligencia, propusieron represalias selectivas contra las milicias respaldadas por Irán en Irak y Siria después de los ataques con drones contra bases militares. Mientras la Casa Blanca analizaba sus alternativas, Avril D. Haines, directora de Inteligencia Nacional, y Biden discutieron los posibles resultados.
De manera pública, el gobierno de Biden asegura que su estrategia es de disuasión.
El Pentágono intentó enviar ese mensaje de disuasión tras los atentados de Hamás al desplegar dos portaviones y buques de guerra de acompañamiento, uno al Mediterráneo oriental y otro cerca del golfo Pérsico, así como una fuerza operativa anfibia del Cuerpo de Marines y decenas de aviones de guerra adicionales.
Sin embargo, funcionarios estadounidenses culpan a Irán y a las milicias alineadas con ese país de los reiterados ataques con cohetes y aviones no tripulados contra las fuerzas estadounidenses en Irak y Siria.
El 27 de octubre, aviones de guerra estadounidenses atacaron depósitos de municiones en el este de Siria, y lo volvieron a hacer el 8 de noviembre. El Pentágono concluyó que no hubo bajas en esos ataques.
El 12 de noviembre, los ataques aéreos estadounidenses contra instalaciones utilizadas por los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica y sus aliados en el este de Siria culminaron en la muerte de seis o siete personas. Uno de los ataques impactó un búnker de municiones importante que, según funcionarios del Pentágono, suministró armas en los atentados recientes.
«Nuestros ataques redujeron y degradado de manera significativa el acceso de estos grupos milicianos a esas armas», declaró en ese momento Sabrina Singh, portavoz del Pentágono.
Funcionarios del gobierno de Biden afirman que los ataques calculados buscan infligir un costo a Irán y a sus aliados sin desencadenar una guerra regional que involucraría a Estados Unidos. En las últimas semanas, Biden descartó opciones de bombardeos más agresivos, aseguraron altos cargos militares.
“Nuestro principal objetivo es contener y asegurarnos de que este conflicto se mantiene en los límites de Gaza”, aseveró Singh a principios de este mes. “Ahora mismo, ahí es donde lo vemos. Observamos que el conflicto permanece dentro de Israel y Gaza, y entre Israel y Hamás”.
Las agencias de inteligencia estadounidenses afirman que, hasta ahora, ese enfoque está funcionando.
“Incluso cuando Estados Unidos está siendo atacado, consideramos que Irán y Hezbollah están tratando de caminar por una línea muy delgada en la región, evitando acciones abiertas que puedan generarles un conflicto más directo con Israel o Estados Unidos y al mismo tiempo, aceptando riesgos al permitir ataques antiestadounidenses y antiisraelíes”, afirmó el 15 de noviembre Christine Abizaid, directora del Centro Nacional Antiterrorista, ante el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes.
Según los funcionarios, la pregunta es, si Biden puede impedir que Israel haga que el conflicto se extienda.
Algunos congresistas republicanos señalaron que la respuesta militar estadounidense fue insuficiente y que más bien, provocó que Irán y sus aliados opten por acciones más agresivas.
Tom Cotton, senador republicano por Arkansas y miembro del Comité de Servicios Armados, afirmó que era posible que ni el secretario de Defensa, Lloyd J. Austin III, o Biden “busquen el conflicto, pero Irán sí, y seguirá tratando de matar a nuestras tropas hasta que se enfrenten a consecuencias reales, hasta que se asusten”, aseguró en declaraciones en el pleno del Senado.
“Irán no combatirá si ponemos en peligro las cosas que más aprecian: sus tropas de choque en los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, la Fuerza Quds o, si es necesario, lugares e instalaciones en el propio Irán”, sostuvo Cotton.
Estados Unidos tiene 2.500 soldados en Irak y 900 en Siria, principalmente para ayudar a las fuerzas locales a combatir lo que queda del Estado Islámico.
Más de 60 soldados estadounidenses en Irak y Siria fueron heridos en ataques ejecutados por las milicias respaldadas por Irán, y aproximadamente en la mitad de los casos se trata de lesiones traumáticas. Funcionarios del Pentágono afirman que todas las tropas regresaron al servicio.
Altos mandos militares estadounidenses, sin embargo, aseguran que lo que libró a Estados Unidos de sufrir bajas más graves fue la suerte. El 25 de octubre, un avión no tripulado con explosivos aterrizó en un barracón de la base aérea de Erbil, en Irak. Esa acción fracasó, pero lo más probable es que varios miembros de las fuerzas armadas habrían resultado heridos o habrían fallecido si hubiera explotado, dijo un alto funcionario militar. (Infoae/The New York Times 2023)